jueves, 16 de febrero de 2012

Vuelven las clases sociales (que nunca se habían ido)


En el suplemento Catalunya del diario EL PAIS de hoy aparece una interesante entrevista a la socióloga marxista catalana Marina Subirats, que acaba de publicar el libro Barcelona: de la necessitat a la llibertat. Les classes socials al tombant del segle XXI (editado por L’Avenç  en catalán y por UOC en castellano).

Subirats tiene a la espalda una larga trayectoria profesional y política que la acreditan como una de las mejores conocedoras de eso que antes llamaban "las clases sociales", hoy formalmente desaparecidas por decreto político-mediático. Seguidora del sociólogo francés socialdemócrata de izquierda Alain Touraine y del historiador marxista catalán Josep Fontana, Marina Subirats es una mujer vinculada -ella sí- a la lucha por la liberación de la mujer, de esas que no necesita alardear de su condición femenina para exigir respeto profesional y personal; no lo necesita, su formación, capacidad intelectual y trayectoria lo hacen por ella.

Ciñéndose al caso de la ciudad de Barcelona pero dejando multitud de ventanas abiertas a la extrapolación -desde el rigor científico, no desde el mecanicismo catequista-, en un mundo globalizado en el que nada ocurre de modo aislado en el nivel local, Subirats habla de conceptos tan aparentemente anticuados según los postmodernos como "la conciencia de clase" y su pérdida durante estas pasadas dos décadas de falsa prosperidad, y de como esa desaparición genera desconcierto ante la situación actual. "Volvemos muy atrás: violencia, enfrentamiento, conflicto" dice la socióloga. La lucha de clases se ha convertido en un sálvese quien pueda, con episodios a cara de perro como los que se están viviendo en Grecia en un extremo y otros que dan a entender la más absoluta idiotización colectiva como sucede en la España de ahora mismo, del otro.

Como no tenemos conciencia de clase, viene a decir Subirats, no sabemos explicarnos lo que está pasando. La ola "conservadora" iniciada por Reagan y Tatcher ha ganado finalmente la hegemonía en todos los ámbitos, y no solo en la ideología y las mentalidades colectivas. De la economía a la política, pasando por la (in)cultura de masas y la forma de interiorizar los valores superestructurales referentes (religión, nacionalismo, pre-juicios...), todo está intoxicado y monopolizado por la óptica fabricada por el neoconservadurismo salvaje que nos domina. Ahora todos somos clase media, o eso dicen quienes responden a las encuestas aunque sean parados o subempleados y vivan en un barrio marginal. De todos modos, en la creación del mito de la clase media como Gran Mentira de estupefacción social de masas que vivimos ha tenido un papel singularísimo la socialdemocracia, gozosamente instalada en el papel de gerente delegado de los amos del capital hasta que éstos la han expulsado del dorado despacho de pseudodirección en el que la habían encerrado.

Contra este estado de cosas, Subirats, siguiendo a Fontana, apela a la "épica histórica": "Es el momento de que las clases sociales vuelvan a actuar como tales. Es necesario que la acción de la clase trabajadora y de gran parte de la clase media reequilibre las cosas", y remacha: " Nada está escrito y si la gente se pone a ello, como hicimos otros durante el franquismo, saldremos adelante". Optimista gramsciana, finalmente, la señora Subirats.

Acaba Marina Subirats caracteriza las clases sociales en la Catalunya actual, de un modo que pienso es además de acertado extensible al resto del país:

Clase corporativa: el 1% de la población. Una nueva clase "trasnacional, financiera, neoliberal e invisible. De algún modo, ha substituido a la antigua gran burguesía" (absorbiéndola, diría yo).

Clase media alta: el 4% de la población.  Desaparecido el industrial y comerciante tradicional, esta es "la nueva burguesía propietaria que vota CiU pero también PP y ERC" (según convenga a sus intereses hegemonistas en cada momento, obviamente).

Clases medias "profesionales": un conglomerado formado por un  20% de la población, asalariados calificados y trabajadores públicos "progresistas y preocupados por el futuro de sus hijos", y otro 10% más que serían los autónomos que "con el discurso del emprendimiento aspiran a la burguesía pero en realidad son carne de cañón".

Classe trabajadora. Engloba a más del 50% de la población y es “la principal víctima de los recortes". Está integrada por tres grupos: los obreros jubilados "protagonistas de la transición", que están viviendo en el límite con la pobreza (y dentro de ella en muchos casos, se lo garantizo); los trabajadores por cuenta ajena jóvenes y adultos "abocados al paro, castellanoparlantes y ganados por el conservadurismo"; y los inmigrantes "con buena formación pero los últimos de la fila".

Si todo esto no constituye la receta de un cóctel molotov social que riánse ustedes del que ha explotado en Grecia, que venga Marx y lo vea.

En la fotografía que ilustra el post, decenas de miles de manifestantes salieron a la calle el 28 de enero pasado en Barcelona para protestar por los recortes sociales y la destrucción calculada de los servicios públicos.

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