viernes, 28 de septiembre de 2012

Federalismo, a buenas horas mangas verdes


El federalismo ha sido en España una de las banderas históricas de cierta izquierda, la burguesa de caràcter republicano. Es cierto que antes de que el movimiento obrero cristalizara en los partidos que hoy conocemos muchos trabajadores apoyaban a los partidos republicanos federales, que tuvieron su mayor presencia en Catalunya y Aragón principalmente y alguna fuerza aunque menor en el País Valenciano, y poco más.

Como pueden ver, la geografía del federalismo decimonónico y de principios del siglo XX coincide prácticamente con los límites de la antigua Corona catalano-aragonesa, lo que lleva a interesantes conclusiones respecto a la existencia en España desde antiguo de un proyecto de Estado con aliento popular diferente al Estado único y unitarista que los Borbones trajeron de Francia. Ocurre que desgraciadamente el ejemplo no cundió y la idea federalista quedó constreñida prácticamente a los territorios enunciados, sin calar en otras regiones y países integrados de grado o por fuerza en España. Y ello a pesar de que la efímera I República española tuvo varios presidentes federalistas, entre ellos el eximio Pi i Margall. 

La izquierda obrera desconfió siempre del Estado, y tenía buenas razones para hacerlo. El Estado para los trabajadores fue siempre la policía y el Ejército, y esas instituciones han jugado prácticamente siempre y casi en pleno en el equipo de las clases dominantes, cuyo poder en España se ha basado históricamente en la alianza entre el capital financiero (la nueva gran burguesía madrileña y norteña) con la vieja clase terrateniente (de origen castellano y andaluz).  En España no ha habido ni Revolución Burguesa ni casi Revolución Industrial (lo más parecido fue la industrialización forzada en los años sesenta del siglo XX, en pleno franquismo). El problema de la organización del Estado era pues menor para los partidos obreros: se trataba de conquistarlo y a continuación ponerlo al servicio de su causa, es decir de la hegemonía política y social de las clases trabajadoras; en relación con ese objetivo todo lo demás era secundario (lo que dicho sea de paso, demuestra la ingenuidad de las izquierdas obreras y sus intelectuales orgánicos de la época).

La II República definió a España como "Estado integral", sumándose a la corriente de los Estados-nación; no quedaba margen pues para construcciones federalistas o federalizantes. En ese contexto los Estatutos de Catalunya y el País Vasco, en su condición de excepciones "irremediables" de carácter extraordinario, venían paradójicamente a consagrar la voluntad y estructura centralizada aunque no centralista del Estado republicano. Otros proyectos de estatuto (Galicia, Aragón) fueron recibiendo largas, y acabaron devorados por la guerra y la revolución.

Más tarde, superado (más o menos) el franquismo, el actual Estado de las Autonomías fue un enjuague nacido en los cabildeos de la Transición y empeorado con la famosa LOAPA, uno de los "ajustes legales" exigidos por los golpistas el 23-F ante la supuesta "disgregación de la Patria Española" que consagraba la Constitución (que realmente, y entre otras posibilidades, abre una puerta a procesos de escisión de Comunidades Autónomas pactados desde el propio texto constitucional; cosas del esoterismo leguleyo de la Transición). El artero "café para todos" suarista pretendía diluir el brebaje que no había más remedio que servir a catalanes y vascos, por el procedimiento de repartirlo de modo "equitativo" entre todos. Así pasamos del problema histórico del encaje en España de territorios con personalidad propia de siglos, al delirio de crear 17 Comunidades Autónomas, algunas de pura opereta bufa pero dotadas eso sí con presidentito, banderita y parlamentín; Comunidad Autónoma recién estrenada hubo que convocó un concurso entre los diseñadores de la provincia para poder tener bandera propia.

En este pandemónium la idea federal, que en las últimas décadas ha sustentado solo y de mala gana el PSOE, ha perdido completamente fuelle y adeptos. Y es que la República Federal de los activistas de finales del siglo XIX y principios del XX nada tiene que ver con el "federalismo" norteamericano o los "landers" alemanes, a pesar de que por ignorancia o mala fe se ha alentado esa confusión en España. El federalismo republicano español era un federalismo entre Estados soberanos y por tanto con poder político real, no una mera organización administrativa descentralizada del Estado único, como lo es en los casos mencionados, EEUU y Alemania. Esa idea se ha perdido en parte porque la burguesía republicana española siempre fue escasa en número aunque no en calidad, y tras la guerra de Franco no quedó de ella ni el rabo.  Pero sobre todo porque las tradiciones del PSOE y del PCE nunca fueron favorables en realidad a nada que menoscabara el poder de un Estado cuyas palancas aspiraban a arrebatar al enemigo de clase para ponerlas al servicio de la propia causa; socialdemócratas y bolcheviques han mirado siempre con prevención cualquier pérdida de masa y peso del Estado español tal como se conformó tras la independencia de las colonias americanas, y por inercia sus sucesores han mantenido esas distancias entre un federalismo de boquilla y la práctica real programática,  y ya no digamos de gobierno.   

Ocurre que hemos llegado al momento en el que el actual Estado de las Autonomías ya no da más de sí, y que cualquier reforma en sentido federal resulta imposible en la España de hoy, por falta de voluntad de la clase política y por imposibilidad manifiesta de que el federalismo, republicano por esencia, tenga cabida dentro de un régimen monárquico. Mientras la jefatura del Estado corresponda a una testa coronada, quien no acepte la situación actual no tiene otro camino de reorganización del Estado que el abrupto: independencia de su Comunidad Autónoma, tras un proceso de secesión que será cualquier cosa menos amigable. Por tanto, desconfíen de las repentinas conversiones o "reactivaciones" interesadas de la idea federal: solo son maneras de ganar tiempo.

Con monarquía, no habrá federalismo. La disgregación de España depende pues del cambio de régimen, o mejor dicho de la permanencia del actual.

En la imagen que ilustra el post, la burguesía española y los federalistas catalanes pelean por imponer si la I República naciente (1870) había de ser unitaria o federal, según una ilustración de la revista político-humorística republicana "La Flaca".

jueves, 27 de septiembre de 2012

Un héroe de nuestro tiempo


En la fotografía que encabeza el post, tomada en Madrid, el pasado 25 de septiembre, un hombre sin miedo se enfrenta a una máquina desconcertada. El hombre es el propietario de la cafetería situada en Paseo del Prado, 16. Le vemos plantado en la puerta de su establecimiento haciendo valer el derecho de admisión en su local, asegurándole con firmeza al robocop fuera de control que bufa ante él que las personas que hay dentro son clientes suyos, y que él -la máquina descontrolada- tiene prohibida la entrada a su cafetería.   

Llegará el día en el que este hombre tendrá un monumento en Madrid. Fue el primero que dijo "NO". Y eso merece un reconocimiento en forma de homenaje público.

Ahí le tienen: firme, sereno, con los brazos cruzados en la espalda: "no vas a golpear a nadie más aquí, porque no te permito entrar en mi local", le espetó al sayón. La foto también podría titularse El Ciudadano y la Bestia. Es obvio quién es uno y quién el otro. Lo maravilloso del caso es que ante semejante despliegue de coraje protagonizado por un hombre solo, de cierta edad y aspecto corriente, la Bestia acorazada se metió el rabo entre las piernas y dio media vuelta. Le entró miedo, es natural.

Mucha gente hace cola hoy en ese lugar para agradecer al ciudadano corajudo su gesto cívico. Recuerdo esa cafetería porque en mi última visita a Madrid, hace unos meses, desayuné una mañana allí. Me llamó la atención la cordialidad de camareros y clientes habituales, y cómo la persona que parecía el dueño atendía cariñosamente a una niña mulata que entró con su madre a desayunar; quiero decir que el gesto de la foto no es casual ni fruto de un momento caliente, sino algo salido de muy dentro.

Si ven a este señor, no olviden darle un abrazo de mi parte.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Las cloacas del Estado perfuman Madrid


Mucho miedo deben tener las altas esferas cuando intentan por todos los medios, incluidos los más abyectos, sabotear y criminalizar manifestaciones populares pacíficas como la que tuvo lugar ayer en Madrid.

Lo de ayer en el centro de Madrid fue de antología. Ciudadanos que siguen creyendo en la democracia parlamentaria y en la representación política pretendían concentrarse alrededor del Congreso de los Diputados español, sede de la soberanía popular, para que los diputados fueran conscientes de que la calle se mueve y de que aquí no todo el mundo está pendiente del fútbol y otras drogas por el estilo. Un despliegue de antidisturbios propio de la época terminal de la dictadura franquista  intentó impedirles ejercer ese derecho. Entre paréntesis, la movilización de policías trasladados para la ocasión a Madrid ha costado al parecer 200.000 euros solo en dietas; todo es poco para acallar la voz popular (popular del pueblo, obviamente). Y es que desde el Gobierno español, aledaños y cloacas se ha  llevado a cabo una cuidadosa planificación de las fases y los modos en que se ha ejecutado el poco presunto delito de intentar impedir por todos los medios el ejercicio de tal derecho.

Para empezar, la perrera mediática, el partido del Gobierno y el Gobierno mismo llevan semanas lanzando mensajes que oscilan entre el insulto, la calumnia y la difamación respecto a organizadores y participantes en la acción de ayer. Que si su objetivo era "asaltar" el Congreso de los Diputados (lo reiteró en la SER anoche en directo un diputado del PP, un tal Cervera), que si estaba en marcha un golpe de Estado izquierdista (varios periódicos de la extrema derecha pro-PP han machacado esta idea a toda plana durante días); que si todo era una maniobra orquestada por el PSOE para desgastar al Gobierno (declaraciones de varios dirigentes del PP).

Hecha la campaña mediático-política, descalificados y criminalizados los organizadores y participantes en la concentración, lo siguiente fue intentar impedir que tuviera lugar la manifestación misma, para lo cual se usó toda clase de triquiñuelas leguleyas (denunciadas por reconocidos juristas no pesebristas), mientras paralelamente se organizaba un dispositivo policial disparatado en sus proporciones para el caso de que como ocurrió finalmente, hubiera que "permitirla".

El dispositivo policial no se limitó a sellar el centro de Madrid como si fuera una ciudad recién conquistada  por un Ejército golpista, sino que se proyectó más allá del mismo casco urbano. En la cadena SER se denunció anoche como autobuses cargados de manifestantes que iban hacia la capital fueron interceptados antes de llegar a ella, y sus ocupantes identificados, cacheados y tratados como delincuentes. Aún más increíble, desde Zaragoza se relató como las personas que acababan de subir a un autobús que iba a partir hacia Madrid, vieron su vehículo rodeado de furgonetas policiales, y fueron igualmente identificados y registrados; ante sus protestas, los policías intentaron excusarse aduciendo que les habían facilitado  información en el sentido de que muchos de los que iban a Madrid eran "terroristas".

Como semejantes coacciones no fueron suficientes, hubo que desplegar el más selecto repertorio de brutalidad policial para intentar acabar con la protesta. Las fotografías y vídeos mostrando el enseñamiento y salvajismo conque se emplearon los antidisturbios ayer en Madrid ya han dado la vuelta al mundo. Entre paréntesis, en el Telediario de este mediodía de TVE, convertida en poco más de un mes en el más fervoroso lameculos del Gobierno español actual, se veía hoy a un antidisturbios aislado de su grupo que recibía empujones de algunos manifestantes, como modo de señalar "la violencia de los manifestantes" contra los presuntamente indefensos robocops del Ministerio del Interior. Luego, un representante sindical policial explicaba que ellos no habían hecho más que defenderse de esos comepolicías, faltaría más. 

Tampoco faltaron a la cita los famosos "incontrolados", todos con su capucha y su plan de actuación perfectamente asimilado. Los mismos "incontrolados" por cierto que brillaron por su ausencia en la manifestación de la Diada de Barcelona. ¿Quién pactó con quién el que en Barcelona no aparecieran? Aunque quizá no fue necesario: ya se sabe que los "incontrolados" solo actúan para reventar manifestaciones de izquierdas. Son cosas de las cloacas del Estado que vienen de tiempos del franquismo. El caso es que ayer se ganaron el sueldo; alguno, incluso un ascenso (en la banda, no sean mal pensados). De vergüenza ajena, en suma.


Están muy nerviosos, es obvio. En Portugal, el Gobierno mellizo del español ha tenido que envainarse un aumento de siete puntos en las retenciones sobre los salarios de los trabajadores ante la magnitud de las protestas en la calle. Incluso parece que van a devolver alguna de las pagas extraordinarias requisadas. Así que el PP y quienes tiran de los hilos del Gobierno español ven pelar las barbas de los vecinos. De ahí la violencia inaudita que dejan imágenes como la que ilustra este post, servida anoche por la agencia REUTERS.

Denle una ojeada a este vídeo antes de que lo retiren. Está en la web de EL PAIS. En él, un provocador apaleado por antidisturbios camuflados se identifica a gritos como policía.


martes, 25 de septiembre de 2012

Al Congreso de los Diputados, en defensa de la democracia




En los últimos días se ha creado de modo interesado cierta confusión en torno a la concentración de hoy en torno al Congreso de los Diputados. La extrema derecha no parlamentaria -que tantas veces actúa como muleta en la que se apoya la extrema derecha parlamentaria que nos gobierna-, ha alentado desde sus medios y sobre todo desde Internet una respuesta violenta contra los que se concentrarán ante la sede de la soberanía popular. Se jalea un golpe de Estado -militar, por supuesto- y se señalan haciendo como que no quienes podrían/deberían encabezarlo, con la excusa de que el órgano de representación popular por antonomasia en España estará supuestamente sitiado por los peligrosos revolucionarios antisistema del 15-M.

La extrema derecha parlamentaria ya ha hecho patente su voluntar de intentar sabotear el ejercio de un derecho constitucional, cual es el derecho de reunión y manifestación. Mil quinientos polícias rodearán esta tarde el Congreso, en una demostración de fuerza (bruta) organizada por la delegada del Gobierno en la Comunidad de Madrid. Al tiempo, sus voceros políticos habituales se han lanzado en picado sobre la protesta descalificándola con los peores epítetos. La corrupta e insidiosa Dolores Cospedal -sí: corrupta e insidiosa- se ha atrevido a equiparar la concentración de hoy con el golpe de Estado militar fascista del 23-F; no ha llegado a decir que tras la convocatoria están Rubalcaba y el PSOE, pero ese es trabajo reservado a los medios de la perrera mediática.

Se les ve nerviosos, pues. La gente protestando en la calle les da miedo, obviamente. Y tienen razón para temerla, para temernos. En Portugal, el Gobierno neoliberal ha tenido que envainársela ante las protestas masivas, y retirar su intención de aumentar siete puntos las retenciones sobre las nóminas de los asalariados. Se habla incluso de que van a "liberar" total o parcialmente alguna de las pagas extras retenidas a los trabajadores. Semejante rectificación es fruto de quince días de intensas movilizaciones que probablemente van a continuar, ahora con el objetivo de derrocar al Gobierno portugués.

Aquí estamos comenzando a recorrer esa senda. Es importante que la gente de la calle retenga que actos como el de hoy en Madrid no pretenden atacar la democracia sino salvarla precisamente de quienes quieren destruirla, que son los que hoy nos gobiernan en Madrid o en Barcelona. Estén atentos eso sí, a los provocadores, a los "incontrolados" a sueldo de las cloacas del Estado.

Quienes van a rodear el Congreso solo piden democracia real, ninguna revolución ni violenta ni pacífica. Los verdaderos antisistema en esta historia son la delegada del Gobierno en Madrid y Dolores de Cospedal, por ejemplificar en estas dos elementas a la tribu de mangantes de la que forman parte.

  

sábado, 22 de septiembre de 2012

La radicalización del españolismo


Ayer llamé por teléfono a un buen amigo, zaragozano por más señas, para ver qué opinaba sobre toda esta historia que se está cociendo a caballo entre Catalunya y "Madrid" (el centro del poder español no la ciudad, ya saben). La respuesta fue la consabida retahíla de lugares comunes que uno puede leer en LA RAZÓN, EL MUNDO o escuchar en INTERECONOMIA. Soflamas de un españolismo rancio y crispado, de esas que dan verdadero miedo solo con oírlas.

Mi amigo además de ser una buena persona y tener un carácter de lo más pacífico y tolerante, es hombre de una generosidad sin límites y persona netamente de izquierdas. Cuando nos encontramos en Zaragoza y comemos juntos, y a pesar de que lleva años en el paro, aún no he conseguido pagar una sola vez la cuenta; se enfada solo conque lo intente. Como investigador histórico aficionado que es, al igual que un servidor, no es que colabore conmigo en mis proyectos de investigación, es que me ha facilitado en múltiples ocasiones material propio inédito o conseguido por él con un desprendimiento que no he conocido en ninguna otra persona.Y sin embargo, como digo, tras oír  ayer a este hombre, me barrunto que no le costaría mucho aplastar unas cuantas cabezas de esos malévolos catalanes que según él se dedican s quitarles el dinero al resto de españoles y que no cesan de reclamar privilegios que les pongan por encima de los demás. Porque en resumen, en opinión de mi amigo los catalanes no somos más que unos españoles incordiantes que nos creemos más que nadie.

Esta tarde, hace unos minutos, leía el blog de Ramón Cotarelo a través de su enlace en Facebook. En el blog del profesor Cotarelo solo se vierten comentarios de personas de izquierdas, pues todos los que dejan alguna opinión han sido aceptados previamente como contacto deseado por el propietario del espacio en Facebook. Por ello me ha llamado la atención el comentario que ha dejado una señora de quien había leído anteriormente otras opiniones sobre diversos temas, opiniones casi siempre atinadas y desde luego correctas en los modos y formas. En referencia a un post de Cotarelo sobre los problemas planteados en Catalunya estos últimos días, la mujer se descolgaba con una parrafada de inequívoco aroma fascistoide, calificando las reclamaciones catalanas de "falta de ética política y sensatez, que desautoriza la propia personalidad colectiva de la Comunidad Catalana, poniéndole precio". Hablar de "personalidad colectiva de la Comunidad Catalana" (sic), como si todos los catalanes fuéramos uno solo, tuviéramos una sola voluntad y un único posicionamiento sobre cualquier asunto, y considerarla además en su conjunto carente de ética política y sensatez por defender intereses y posicionamientos concretos, equivocados o no, diferentes a los del españolismo hegemónico y hegemonista, es un modo de señalar que recuerda demasiado a la caracterización de los judíos como usureros y taimados que hacen los nazis. Y que además es utilizada también por muchos nacionalistas catalanes y vascos para descalificar a quienes no piensan como ellos, dicho sea de paso, con lo que se demuestra una vez más la identidad existente entre ideologías superestructurales políticamente enfrentadas pero originadas en la misma raíz.

Remacha su comentario la fervorosa patriota con una apelación que firmaría con gusto el propio general Franco: "Lo malo o lo bueno, eso nunca se sabe, es que la soberanía territorial reside en todo el pueblo español", negando que los catalanes (o los murcianos, o los de Villanueva del Monte) puedan decidir lo que les de la gana sobre su propio destino, pues al parecer ese derecho corresponde a otras personas la mayoría de las cuales con seguridad no han puesto los pies en Catalunya ni les importa una higa los problemas de los catalanes, pero a las que unos políticos canallas y venales convencen a diario de que sin el dinero de los catalanes ellos no seguirán cobrando subsidios de paro ni tendrán escuelas ni hospitales. Desde el punto de vista de la teoría política, en fin, el concepto "soberanía territorial" antecediendo o substituyendo a la "soberanía popular" es por lo demás, el fundamento mismo del pseudoDerecho del Estado nazi. Casi nada la meada de la señora, y ustedes perdonen la forma de subrayar.


En fin que al parecer en España pintan bastos para cualquier expresión de diferencia, visto el recrudecimiento de las sandeces imperiales habituales propias de la extrema derecha y de cierta izquierda española intoxicada de ideología españolista.
 
La verdad es que un servidor nunca se ha hecho muchas ilusiones sobre estos asuntos con respecto a la mayoría de las gentes de izquierdas de allende el Ebro según se va hacia el Atlántico.No sé ustedes, pero yo jamás he olvidado una encuesta aparecida en la web de EL PAÍS durante la crisis de Perejil, en los años del infame Gobierno Aznar, en la que los partidarios de una acción armada para restablecer la "soberanía española" en el islote eran casi dos tercios de los miles de lectores que votaron. Seguramente entre los votantes se infiltró un número indeterminado de fachas, pero cabe pensar razonablemente que la gran mayoría de quienes respondieron la encuesta eran lectores habituales de la web del diario de referencia de la izquierda española.

Cuerpo a tierra pues, que la tribu españolista ha despertado y salido a cazar cabelleras. De momento en el papel y el ciberespacio, después ya veremos.

En la fotografía que ilustra el post, propaganda de un partido fascista español legal, incitando a la violencia criminal contra separatistas. 

viernes, 21 de septiembre de 2012

El libertador de la patria oprimida


El Roto, en El País, 20 de septiembre de 2012

De Madrid ha venido un presidente triste




La farsa sigue adelante. Ayer se celebró por fin la tan cacareada entrevista entre el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el catalán, Artur Mas. La reunión en La Moncloa se había pregonado previamente como el último cartucho en la búsqueda de una solución consensuada, que evitara que Catalunya se vea abocada a un proceso de autodeterminación que todos empiezan a vislumbrar puede acabar en cualquier cosa.

En realidad el encuentro entre los dos presidentes fue una pura puesta en escena, ya que las decisiones estaban tomadas con anterioridad. Rajoy dio un "no" cerrado a cualquier vía que modifique el status quo actual político y fiscal de Catalunya en el Estado español, y Mas continuó adelante con su discurso entre ambiguo y tremendista que intenta convencer de que no le dejan otra salida que la que  comienza a perfilarse.

Lo cierto es que entre todos están cebando la bomba. Los medios ultraderechistas madrileños azuzaban ayer a Rajoy con su conocido mantra que reza "a los catalanes, ni agua", mientras que los apoyos políticos de Mas y el "soberanismo callejero"  que en Catalunya está creciendo de manera significativa le empujaban a ir más allá de su discurso habitual. Artur Mas dice de que "Catalunya necesita estructuras de Estado", una frase que sirve lo mismo para un roto que para un descosido; estructuras de Estado ya las tiene actualmente Catalunya, con competencias prácticamente exclusivas en materias como educación y sanidad, por ejemplo; materias cuya vertiente pública por cierto está siendo dinamitada a conciencia por el Gobierno catalán. Estructuras de Estado en fin las tienen las autonomías en un sistema como el actual, también los Estados integrantes de una República Federal y desde luego, un Estado independiente, así que esa frase es una vez más, palabrería convergente para consumo interno de fieles e incautos.

Nada nuevo en eso, pues. Donde sí se ha entrado en una dinámica novedosa y alarmante ha sido en los gestos post entrevista entre los dos presidentes. El primero de ellos fue el que Artur Mas diera su rueda de prensa en la representación de la Generalitat catalana en Madrid, en vez de en La Moncloa. Por vez primera, el salón anejo a la librería Blanquerna se ha convertido en una suerte de embrión de embajada catalana en España. Es un gesto puramente simbólico, pero con una gran carga emotiva dentro.

El segundo gesto fue la recepción triunfal a Artur Mas orquestada tras su regreso a Barcelona. Es cierto que esta se limitó a la presencia en la Pl. Sant Jaume, delante del Palau de la Generalitat, de algunas decenas o quizá cientos de personas, convocadas por la llamada Assamblea Popular Catalana y las Juventudes del partido de Mas (los Mossos d'Esquadra, tan reacios siempre a contar manifestantes de izquierda, cuya cifra siempre rebajan considerablemente,  dieron ayer en cambio a la manifestación independentista  la disparatada de cuatro mil asistentes, que no cabrían en Sant Jaume ni subidos unos encima de otros). Entre apretones de manos y besos, Mas saludó a los concentrados al estilo de esos líderes de países en proceso de independencia que tras salir de la cárcel entran en un edificio oficial para tomar posesión del poder absoluto, no sé si me entienden. El presidente no salió al balcón como le pedían los concentrados, ya hubiera sido demasiado, pero no es difícil intuir que quien organizó la escena ayer debía estar enormemente satisfecho.

Y sin embargo, a Mas se le ve preocupado. Y con razón, ciertamente. Se anuncia en los mentideros políticos que habrá elecciones autonómicas catalanas avanzadas antes de que acabe el año, quizá en noviembre. Es la jugada que perseguía CiU, el partido de los nacionalistas catalanes de derechas: anticipar las elecciones en un clima de euforia patriótica, para ganarlas con mayoría absoluta. Entonces podrán aplicar sin freno alguno la política de privatización salvaje de servicios públicos, la liquidación del Estado del Bienestar en Catalunya en suma: el verdadero objetivo de toda esta representación de mal teatro.

Pero entonces, si los hados le sonríen ¿por qué está triste Artur Mas?. Pues sencillamente, porque la ola de entusiasmo desatada le está llevando adonde ni él ni los suyos quieren ir. El aprendiz de brujo ha despertado todos los fantasmas y demonios interiores de un pueblo, y estos han echado a caminar por su cuenta. Artur Mas ya no está en condiciones de parar el proceso, que es lo que haría si pudiera.

En la fotografía que ilustra el post, Artur Mas saluda a los independentistas que le recibieron anoche en la plaza de Sant Jaume de Barcelona.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Santiago Carrillo, fin de trayecto



Santiago Carrillo, el histórico dirigente comunista español, falleció ayer en Madrid, a los 97 años de edad. En realidad, su carrera política, lo más interesante de su persona, había acabado a finales de los años ochenta, y casi como comenzara medio siglo atrás: en el PSOE. Aunque Carrillo no tuvo nunca el carnet del partido socialista sí recomendó a sus últimos seguidores, agrupados en el Partido de los Trabajadores de España (PTE), que entraran en el PSOE, lo que hizo la mayoría de ellos.

Cincuenta años antes, en 1936, Santiago Carrillo era el secretario general de las Juventudes Socialistas (JJSS), y pactó con las Juventudes Comunistas de España (JCE) que lideraba Fernando Claudín la unión orgánica en una sola organización, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). La vida, esa bromista, quiso que el entonces joven socialista Santiago Carrillo se convirtiera más tarde y por 25 años en el máximo dirigente del Partido Comunista Español (PCE), en tanto que Fernando Claudín -el único intelectual español del siglo XX que merece el calificativo de marxista- tras ser expulsado por Carrillo del PCE llegaría a ser el presidente de la Fundación Pablo Iglesias, la fábrica de pensamiento del PSOE, en los años setenta y ochenta.

Antes de eso, mucho antes, Carrillo había saltado del anonimato a la fama con todas las de la ley. Como miembro del Comité de Unidad entre socialistas y comunistas en el verano de 1936 (¡en representación de los socialistas!) se convirtió en el mejor informador para el PCE sobre las interioridades de la negociación en el seno de las organizaciones socialistas. Quizá como premio, a los 21 años es nombrado responsable de la Consejería de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, que preside el general Miaja tras la huida del Gobierno a Valencia. En la Consejería hace un buen trabajo, organizado en dos direcciones: recuperar el control de la calle arrebatándoselo a las bandas de pseudorrevolucionarios, y la demolición de los grupos de fascistas emboscados que practican el terrorismo urbano en la ciudad sitiada. 

Durante la Guerra Civil el PCE deja de ser un grupúsculo residual, desconectado de la realidad e infantilmente ultrarrevolucionario, para convertirse en el gran partido de las clases medias republicanas. El PCE hace suya una inteligente y oportunista política antirrevolucionaria que ofrece seguridad y protección frente a la experiencia revolucionaria protagonizada por anarquistas y socialistas caballeristas. Pequeños propietarios agrícolas, industriales, comerciantes, maestros, oficiales del Ejército Popular... se apresuran a tomar el carnet comunista atraídos por la capacidad de organización y disciplina que despliega el partido. Loa afiliados de organizaciones burguesas republicanas, caso de Izquierda Republicana, se pasan en masa al PCE. Algunos de los dirigentes comunistas del momento y de años posteriores provienen incluso de la más alta aristocracia española: es el caso del general Hidalgo de Cisneros y también del futuro escritor Jorge Semprún. 

Perdida la guerra y ya en el exilio, Santiago Carrillo se instala en la URSS junto con toda la dirección del PCE, amorosamente reunida bajo la sombra maternal de Dolores Ibárruri, Pasionaria, verdadera Mamá Grande del comunismo español a lo largo de su historia. En plena Guerra Mundial, en la ciudad de Tiflis, José Díaz, el panadero sevillano ex anarquista que teóricamente ejercía como secretario general, excelente persona pero de muy escasas luces, decide un día tirarse por la ventana como modo de acabar con el sufrimiento que le producía un supuesto cáncer de estómago que le martirizaba. Al menos esa fue la versión oficial de la época, a pesar de resultar una manera harto dolorosa de suicidarse con lo fácil que le hubiera resultado a Díaz pegarse un tiro. ¿Se cayó por la ventana o lo tiraron? En la URSS de Stalin todo era posible, especialmente lo más siniestro.

Pasionaria se convierte así en secretario general, cargo en el que la sucederá Carrillo en 1960. Por en medio, una cadena de fracasos, las llamadas Huelgas Nacionales Pacíficas. El régimen franquista recrudece la represión, y el PCE, cada vez más aislado ante una oposición variopinta que maniobra sin cesar incluso acercándose a entornos monárquicos, relanza las viejas políticas de acercamiento a los sectores emergentes de las clases trabajadoras y medias. Ibárruri es cada vez más un icono público, y una prisionera real de Carrillo. Finalmente, con Santiago Carrillo ya en la secretaría general, la llamada política de Reconciliación Nacional llenará las filas del PCE de jóvenes de clase media-alta hijos de los vencedores de la Guerra de España. Desagradable sorpresa para el régimen del general Franco, que saludará el encumbramiento de Santiago Carrillo difamándole, al poner en circulación la especie de que fue Carrillo el responsable de la matanza de Paracuellos, una pamema que venía a engrosar la nómina de mentiras propagandísticas fascistas, junto al famoso oro de Moscú que Negrín habría regalado a Stalin y la Gernika incendiada por los rojos vascos.

El PCE es en esos años cada vez más un partido de amplio espectro en el que la ideología comunista es motivo de pugna interna, pero cada vez menos, guía de los posicionamientos del partido. Sucesivas purgas lo irán vaciando, dando lugar a una miríada de partidos y grupúsculos que reclaman la autenticidad comunista a través de las más diversas advocaciones del sagrado marxismo-leninismo, especialmente las múltiples tribus del maoísmo y el trostkysmo. La expulsión del PCE de Claudín y Semprún y la salida de Solé Tura y otros valiosos dirigentes, dejará a Carrillo sin oposición interna de calidad.

En 1968, con Carrillo en el cénit de su poder orgánico en el PCE, se produce la Primavera de Praga y la subsiguiente invasión de Checoslovaquia por las tropas de la URSS y sus satélites del Pacto de Varsovia, con el plácet obvio de los EEUU y la OTAN. Las protestas son mundiales, pero sobre todo en Europa  amenazan con derrumbar por dentro los partidos comunistas occidentales. A partir de la distorsión de las propuestas de Dubcek y del llamado "socialismo de rostro humano" checo (antibolchevique, consejista y en definitiva, luxemburguista), los comunistas italianos encabezados por Enrico Berlinguer lanzan la idea de que es posible la revolución comunista por medios pacíficos y que esta se produzca de manera democrática y ordenada en el seno de las democracias formales occidentales. A la propuesta del PCI, que unos años después llamarán "eurocomunismo", se sumarán dos viejos estalinistas, el francés George Marchais y Santiago Carrillo. En definitiva, el eurocomunismo proponía la socialdemocratización de los partidos comunistas, lo cual en aquel momento parecía una buena idea a la que solo se le podía poner una objeción práctica: el espacio socialdemócrata ya estaba ocupado por los partidos socialistas, en giro hacia la derecha desde los años cincuenta.

Tras la muerte de Franco, Carrillo regresa a España, y mano a mano con Adolfo Suárez, un oscuro funcionario franquista, conduce una Transición que evitó la ruptura democrática, con el PSOE de convidado de piedra y a remolque en asuntos de tanta trascendencia futura como los Pactos de la Moncloa y la confección de la Constitución de 1978. Los dirigentes comunistas confían en que los años de lucha y el carácter reformista del PCE les darán la primacía política y parlamentaria en la izquierda en cuanto comience el ciclo electoral democrático. No fue así. Fue el PSOE renovado, conducido por un grupo de jóvenes del interior -"los sevillanos"- quienes tras hacerse con el partido desplazando a la vieja dirigencia del exilio, se alzaron con el santo y la limosna en la disputa por el espacio electoral de la izquierda, probablemente porque la combinación de juventud de los "sevillanos" y veteranía de las siglas PSOE ofrecieron más garantías al votante de izquierdas español, y también porque los socialistas se hicieron con todo el voto de los antiguos anarquistas -profundamente anticomunistas-, fundamental entonces en Catalunya y Andalucía, fidelizándolo en buena parte en sucesivas consultas electorales (un día habrá que explicar este hecho clamoroso, silenciado hasta ahora). 

En 1982 el PSOE vence en las elecciones generales por mayoría absoluta, y el PCE solo logra 4 escaños, quedando al borde de la desaparición. Carrillo resiste en la secretaría general tres años más, y finalmente él y sus últimos fieles son expulsados del partido al que ha dedicado toda su vida. Funda entonces el PTE como decía al principio, y tras el fracaso de esta fuerza se reconcilia a medias con el PSOE y, una vez alejado de la militancia directa, se convierte en excelente periodista y agudo observador, cultivando al mismo tiempo de modo consciente una imagen de abuelo bonachón y tertuliano tolerante. Escribe algunos libros incluidas unas Memorias en las que no cuenta nada, y firma inteligentes artículos en el diario El País. Uno a uno ve morir a todos sus viejos amigos y enemigos, y resistente hasta el fin, se va constriñendo poco a poco al espacio familiar sin dejar de escudriñar la actualidad y opinar sobre ella y las corrientes profundas que la surcan. Así hasta el desenlace final. 

Santiago Carrillo siempre se consideró comunista, aunque se supone que había dejado de ser bolchevique durante su estancia en la URSS. Por cierto, solía decir que él y el resto de dirgentes del PCE se enteraron de "los crímenes de Stalin" gracias a Kruschev y su "denuncia" de aquel régimen demencial ante el Politburó, años después de muerto el dictador soviético obviamente; y es que Santiago era un pillo como pocos. En realidad, y como opinaban muchos adversarios suyos en el que fuera su partido, creo que Carrillo nunca fue comunista. Hay coherencia evidente entre el PCE contrario a la revolución en 1936-1936, la política de Reconciliación Nacional (dirigida a integrar las fuerzas emergentes y a los disidentes del propio régimen franquista) y  su actuación durante la Transición, en la que fue puntal en la consolidación de la Monarquía juancarlista y la democracia formal de corte occidental. Detrás de ese hilo conductor claramente socialdemócrata, estuvo siempre Santiago Carrillo. Ese y no otro fue además el origen de su pugna histórica con el PSOE, al que intentaba arrebatar su espacio, su programa y su clientela histórica de extracción no obrera; también, de su reconocimiento final de que fuera del partido socialista español ya no había espacio político para nadie de izquierdas con ambición de gobernar.

Que la tierra le sea leve a Santiago. Con todos sus aciertos y sus errores, fue uno de los nuestros.

En la fotografía que ilustra el post, Santiago Carrillo en los años de la Junta Democrática, en los inicios de la Transición a la Democracia española.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Hasta nunca, Esperanza Aguirre


Si hay alguien en la política española de los últimos 30 años que encarna como nadie al político trepador, venal, trapacero y sin escrúpulos, más arrogante que un Tercio de Flandes, descarado hasta el sofoco ajeno y con la cara más dura que el cemento armado, esa es doña Esperanza Aguirre, la fulminante (y fulminada, al parecer) dimisionaria presidenta de la Comunidad Autónoma madrileña. 

Nadie más sinvergüenza en la política española actual que Esperanza Aguirre. Nadie como ella es capaz de mentir, engañar, difamar, calumniar y vilipendiar, todo con una sonrisa perdonavidas en la boca.  Nadie como ella representa la chulería del señoritismo de extrema derecha bañado en tintes barriobajeros.

Su carrera no tiene desperdicio. Sin ánimo exhaustivo ni ganas de remontarnos muy lejos, he aquí algunos hitos señeros que la jalonan:

- El robo de la presidencia de la Comunidad madrileña, perpetrado por un grupo de empresarios del "ladrillo"a su servicio que sobornaron a dos diputados socialistas para lograr que Aguirre tuviera los votos suficientes para ser elegida por primera vez por el Parlamento regional. 

- El caso Gürtel en su rama madrileña, que cuenta con decenas de cargos públicos y orgánicos del Partido Popular (PP) estrictamente obedientes a Aguirre implicados en la mayor trama de corrupción que ha existido jamás en esa Comunidad.

- La vigilancia y acoso a dirigentes y cargos públicos de su propio partido, del Ayuntamiento madrileño e incluso de su propio Gobierno regional (y por tanto nombrados por ella), mediante una Gestapilla formada por ex guardia civiles a sueldo de su consejería de Interior y manejada por hombres de su absoluta confianza.

- El saqueo de Caja Madrid, perpetrado al alimón y en competencia con Alberto Ruiz Gallardón. Con sus fondos, cada de ellos financió durante años sus respectivas y enfrentadas carreras políticas, invirtiendo recursos fabulosos de esa caja en obras faraónicas y créditos a las estructuras partidarias controladas por la una y el otro, en una carrera demencial e irresponsable que está en la base misma de la agonía al parecer irrecuperable de la segunda caja de ahorros española.

- La conspiración para derribar a Mariano Rajoy, con el apoyo de la derecha más extrema del PP (Mayor Oreja y sus secuaces), los medios escritos y audiovisuales ultrareaccionarios (la llamada Brunete Mediática), los creadores de opinión fascista (Jiménez Losantos, Pedro José Ramírez...), y las organizaciones de agitación y propaganda de la extrema derecha como la Asociación de Víctimas del Terrorismo, la Conferencia Episcopal Española y otras por el estilo.

Ha sido precisamente la campaña para liquidar políticamente a Rajoy y hacerse ella con la presidencia del Gobierno español -aprovechando el descrédito interior y exterior del actual presidente-, la que a la postre le ha costado a Esperanza Aguirre la carrera política. Porque Aguirre no se va: la han echado. Detrás de su renuncia se esconde probablemente un chantaje político, y quién sabe qué más. Recuerden que en el mundo en el que se mueve esa gente los dossieres, las cintas grabadas y otros medios de presión son moneda corriente desde al menos los primeros años noventa. Los han usado en repetidas ocasiones contra sus adversarios, y desde luego también entre sí.

Ocurre que los poderes que están marcando el camino a los Gobiernos de países como España no van a permitir lujos tan disparatados como el que representaría que una tipa vocinglera, chula y sin seso alcanzara la presidencia del Gobierno español, y con su rancio populismo de extrema derecha vestida por modistos de renombre actual pusiera en peligro lo que tanto trabajo está costando hilar: el rescate español y la entrada, en definitiva, del país por la senda económica definida por esos poderes para muchos años; bastantes problemas tienen ya con la calle que comienza a sublevárseles, aquí y todas partes.

Y es que Esperanza Aguirre y el fascismo  fashion español no dejan de ser unos offsiders en esta película: cuando haya que echar a Rajoy, que probablemente será pronto, serán ellos, los señores de las finanzas quienes le buscarán sucesor y no el director de un panfleto facha en forma de periódico o un ex ministro de la policía que cree que no existen las hemerotecas.

Mientras tanto, Esperanza Aguirre ha sido fusilada al amanecer. No será la única de su cuerda en caer.

En la fotografía que ilustra el post, Esperanza Aguirre aparece disfrazada de trabajadora de obras públicas en un cartel electoral del PP.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

¿Y ahora qué? Recapitulación tras la Diada catalana



1. La manifestación de ayer en Barcelona fue grande, mucho, pero ni de lejos se puede comparar con la de 2003 contra la Guerra de Irak. Esa espina sigue clavada en el corazoncito de nuestros soberanistas locales.

2.  Resulta curioso (o no) que ayer no actuaran los famosos "incontrolados" que siempre acuden disciplinadamente para reventar la finalización de las manifestaciones de izquierdas. Daría media paga de Navidad por saber quién dio la orden para que los reventadores se quedaran en casa. 

3. "Madrid" sigue sin entender nada. Ayer los periodistas de guardia de la perrera mediática estaban desconcertados, y alguno hasta asustado. Más o menos venían a decir que "los catalanes no tienen remedio". Habrá que ver qué consecuencias extraen, aunque me temo lo peor.

4. Desde que en los años ochenta una manifestación organizada por los mismos de ayer consiguió que el Estado español se arrugara y no metiera en la cárcel a Jordi Pujol por el caso Banca Catalana, en Catalunya puede pasar cualquier cosa. La independencia es una de ellas, y ni mucho menos la peor.

5. Artur Mas pretende seguir dirigiendo el juego amañado, como el croupier tramposo de casino que reparte cartas marcadas. Le ha faltado tiempo esta mañana para afirmar que si no hay pacto fiscal, habrá independencia; es decir, Mas acaba de invitar a "Madrid" a seguir chalaneando.

6. No por nada el señor Mas y su gobierno tienen que comenzar a negociar los Presupuestos para 2013, y el Partido Popular -español y españolista, pero tan neoliberal como CiU-  es la fuerza política que actua y actuará como socio de gobierno preferente de los nacionalistas de derechas catalanes.

7. El papel de "tonto útil" en esta historia que ejerce una parte de la izquierda catalana, es verdaderamente penoso en extremo. El cabeza de ICV-EUiA (postcomunistas) acaba de declarar que Catalunya "solo alcanzará la plenitud nacional con la justicia social", como si entre una cosa y otra existiera alguna relación. Si la justicia social depende de la "soberanía nacional", apañados vamos todos.  

8. En lo que respecta al PSC, la actitud del partido como organización y de la mayoría de sus dirigentes le está conduciendo en este como en tantos otros asuntos, a la pura inanidad política.  Lo que opine el PSC sobre cualquier materia comienza a ser irrelevante, sobre todo en política catalana.  

 9. ¿Y ahora qué? Si Mas y compañía fueran políticos honestos, deberían disolver el Parlament, convocar elecciones y presentarse a ellas con la independencia en el primer punto de su programa electoral. Si al constituirse el nuevo Parlament hubiera una mayoría de diputados suficientes, pongamos por ejemplo dos tercios, proclamarla de inmediato. No lo van a hacer, seguirán mareando la perdiz y jugando a "la puta i la Ramoneta" con el concierto económico, el pacto fiscal y todo el disco rayado.

10. No habrá referéndum, porque si lo hubiera tendrían algunas -escasas- posibilidades de ganar los independentistas. Y la independencia es lo último que le interesa a la burguesía catalana en estos momentos. Otra cosa es que hayan abierto la puerta a la esperanza de gente que cree sinceramente en el tinglado, y pueda acabar arrastrando a las élites a donde estas no quieren ir. De todos modos Bruselas ya dijo ayer que el nuevo estado quedaría fuera de la Unión Europea, y que debería solicitar abrir un proceso de admisión. España y Francia vetarían con seguridad esa admisión. Probablemente también Bélgica, y quizá el Reino Unido. 

11. Incluso en el caso de que la solicitud de admisión fuera aceptada desde el inicio, el proceso duraría años. Mientras tanto el Estado catalán quedaría a la intemperie, con la que está cayendo: las consecuencias inmediatas serían inflación desbordada, incremento (aún más) del paro, asaltos brutales de los especuladores en los "mercados" contra su moneda y sus bonos, y la espada siempre pendiente sobre la cabeza de una más que posible intervención del Ejército español.  

En la cabecera del post, imagen de la primera página de la portada de ayer del diario EL PERIÓDICO DE CATALUNYA.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Once de Septiembre: homenaje a Salvador Allende en Barcelona




Mañana martes, 11 de septiembre, a las 10'30h, en la Plaza de Salvador Allende, en el barrio del Carmel de Barcelona, se celebrará el acto de homenaje al presidente chileno asesinado durante el golpe de Estado militar fascista de 1973, acto que viene siendo tradicional en los últimos años y promueve el PSC.

En esta ocasión sin embargo, el homenaje a Allende tiene una dimensión especial.  Hasta la presente conmemoración ha habido siempre un apoyo institucional y material directo al mismo por parte del Distrito municipal de Horta-Guinardó, en cuyo territorio está la plaza de Allende, tradicionalmente gobernado por partidos de izquierda. Con el cambio de mayoría municipal en el Ayuntamiento de Barcelona, el distrito está gobernado ahora por CiU en alianza de facto con el PP; obviamente la derecha reaccionaria sea en versión catalanista o españolista, no simpatiza en absoluto con el presidente Allende ni con su legado, por lo cual el distrito ha retirado todo apoyo al acto.  

Para contrarrestar este ataque directo, se ha ampliado la convocatoria a otras formaciones de izquierdas y conjuntamente con el Centro Salvador Allende, se ha constituido un Comité Ciudadano cuya finalidad es garantizar los recursos imprescindibles en materia de difusión e infraestructura del acto de homenaje al presidente mártir de Chile.

Desde el punto de vista organizativo y para evitar suspicacias, se pide que no se concurra al acto con banderas que lleven siglas de partidos. Mejor llevar solo banderas rojas.

Quien se encuentre en Barcelona y pueda asistir, está invitado a hacerlo para reforzar con su presencia lo que más que una conmemoración de un hecho histórico es de nuevo un acto de resistencia contra el capitalismo neoliberal y sus métodos brutales: lo que ayer consiguieron con tanques y aviones en Chile, hoy lo persiguen con recortes sociales y destrucción de servicios públicos en Catalunya. El objetivo que tienen es el mismo, y los métodos empleados no son tan diferentes. 

jueves, 6 de septiembre de 2012

Cosas que ocurren cuando el Estado dimite de sus responsabilidades



Un triste suceso ocurrido en Barcelona el martes pasado ha generado una pequeña noticia -pequeña en cuanto al espacio que ha ocupado en los medios, pero grande en cuanto a la tragedia contenida en ella- que le deja a uno con ganas de tirarse a la calle a liarla parda.

Dicen los diarios barceloneses que ese día un anciano de 74 años mató de un disparo a un hijo de 46 años, discapacitado mental profundo, y luego se suicidó. Los hechos ocurrieron en el cementerio de Sant Andreu, en el distrito de Nou Barris, en Barcelona, durante una visita de ambos a la tumba de la esposa y madre respectivamente, fallecida días antes. El desgraciado anciano "habría decidido acabar con la vida de su hijo a causa de su grave enfermedad. El hombre, al parecer, se veía incapaz de cuidar de él tras enviudar la semana pasada", según La Vanguardia. La edición catalana de El País informa de que al parecer, la familia no tenía dificultades económicas notorias.

Resulta difícil no sentirse conmovido por la tragedia que golpeó a esas personas, residentes en el barrio obrero por excelencia de Barcelona. Un hombre mayor y humilde, acostumbrado como la mayoría de los de su generación a que su esposa se ocupara de todo en la familia, se encuentra de repente solo tras el fallecimiento de la mujer. A ese sentimiento de pérdida y ruptura se añade la desesperación por tener que atender a un hijo totalmente incapacitado, del que con seguridad se habría estado ocupando la esposa hasta su muerte como solo una madre sabe hacerlo.

No se dice en la noticia, pero parece obvio que el viudo carecía de apoyo público para atender al hijo discapacitado. De haberlo tenido seguramente el padre no se habría sentido impelido a la acción cometida, que por extraño que pueda sonar fue ante todo un acto de amor dictado por sentimientos que nadie sabría verbalizar pero sin cuya existencia el mundo sería un lodazal solo apto para cerdos y especuladores, con lo difícil que resulta diferenciar unos de otros. Ocurre que si al lado de este hombre hubiera habido la asistencia cotidiana de profesionales -es decir, de servicios públicos- que le hubieran aliviado la pesada carga que cayó sobre sus viejos hombros, atendiendo a domicilio al hijo incapacitado y ayudándole a él en las tareas domésticas por ejemplo, es muy posible que no hubiera llegado a tomar una decisión tan dolorosa como la de acabar con la vida de su hijo y la suya propia.  

Pero claro esto no es Suecia sino España, y aquí incluso una Ley de Dependencia tan alicorta como la vigente es escarnecida por el mismo Gobierno que debería aplicarla. 

Tal como van las cosas en este país, casos como este pronto dejarán de ser noticia.

martes, 4 de septiembre de 2012

El PSC se descompone


El golpe de fuerza que acaba de dar en el seno de la dirección del PSC su actual secretario general, Pere Navarro, es ciertamente oportuno pero llega demasiado tarde: el descabalgamiento de la colección  de cadáveres políticos cesados, atornillados hasta ahora a sus cargos/sueldos orgánicos y/o institucionales, debió haberse hecho hace tanto tiempo que da melancolía solo pensarlo. Gente como los inefables Miquel Iceta -deus et machina durante años de la sede de la calle Nicaragua de Barcelona- y Joaquim Nadal -portavoz de la presunta oposición mayoritaria a CiU en el Parlament catalán-,  hubieran de haber sido lanzados de los puestos que ocupan como mínimo tras la derrota en las últimas elecciones autonómicas catalanas; en realidad, continuaron aferrados a sus sinecuras incluso tras el último congreso del PSC, celebrado hace ocho meses, en el que se vieron obligados a dejar paso, gatopardescamente, a Pere Navarro y sus magras mesnadas: cambiaron algo para que todo siguiera igual. 

Ahora Navarro quiere volar por su cuenta y ha "renovado" por decreto al sector nacionalista parlamentario y al aparato de la sede de Nicaragua, todo a la vez. Y es que el pacto tácito entre unos y otros, que tanto se han odiado en el pasado remoto y próximo, impedía que Navarro se hiciera plenamente con las riendas del partido. Finalmente el secretario general se ha puesto en faena, y las viejas momias apolilladas empiezan a desfilar hacia la puerta de salida. Alabado sea, aunque como digo ya casi de lo mismo.

Ocurre de todos modos que el equipo "renovador" que trae Pere Navarro consigo tampoco tiene desperdicio. Se trata de un pequeño, aislado y heterogéneo grupo de personajes, que poco han de envidiar a sus predecesores. El que parece mandar más en la cuadrilla tras Navarro exhibe un largo currículum como trepa de pocas luces aparejado con una escasamente brillante hoja de servicios, en la que destaca con luz propia la insensata dirección de la campaña electoral del PSC en las últimas elecciones autonómicas catalanas. Son gente que más allá del entusiasmo inducido que fingen sentir por ellos los periodistas de ciertos medios barceloneses, carecen de entidad propia y francamente, tampoco se diferencian mucho en materia ideológica de sus predecedores: confusos liberales "de izquierdas", gente que dice seguir creyendo en un reformismo social descafeinado que ya nada tiene que reformar cuando la oligarquía catalana hegemónica y hegemonista está destruyendo eso que un tanto pomposamente, se ha dado en llamar el Estado del Bienestar local.


El PSC ya no tiene corrientes internas, sino apenas grupos de náufragos a la búsqueda de acomodo en un bote salvavidas cualquiera que les continúe garantizando ingresos regulares. Las bases en esto, como en casi nada por lo demás, no cuentan. Ya hay quien hace quinielas respecto al orden de llegada a CiU de los más sedicentes nacionalistas del PSC; tal como están las cosas, parece evidente que los pujolistas se podrán permitir con toda tranquilidad seleccionar los que les interesen y desde luego, rechazar a la mayoría de aspirantes. En el caso de Barcelona, un titular de la edición catalana de El País de hace unos días provocaba vergüenza ajena: "El alcalde Trias (CiU) no encuentra silla para Jordi Martí" (cabeza del PSC en el Ayuntamiento).  Y es que al parecer el teórico jefe de filas de la oposición barcelonesa y presunto candidato socialista a la alcaldía, anda mendigando a CiU una colocación en el equipo de gobierno municipal para él y sus fieles con la excusa de un "pacto de gobierno sociovergente", que les permita disfrazar lo que no es más que un desesperado intento de recuperar unos ingresos que han quedado bastante tocados desde la pérdida del poder municipal que ostentaba el PSC en la capital catalana. Miserias como esta las hay repartidas por toda la geografía catalana, como consecuencia de la cruda travesía del desierto que está experimentando el PSC tras la cadena de debacles electorales sufridas. El partido se descompone, y hay que buscarse las lentejas.

La imagen que ilustra el post corresponde a un cartel de la JSC autorizado por la dirección de campaña del PSC en las elecciones autonómicas catalanas de 2010, en el que se presentaba al candidato socialista José Montilla como un superhéroe, "El increíble hombre normal", intentando sacar partido de un modo lamentable de su imagen vulgar y anodina. 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Un salvapatrias nos amenaza


Un descerebrado que responde por el nombre de Francisco Alamán y es coronel del Ejército español, ha vomitado este mes de agosto unas infectas declaraciones que le acreditan como un energúmeno fascista fabricado en el molde más rancio. 

El salvapatrias de marras, del que no sabemos de qué pozo negro ha sacado tanto odio y tanta estupidez, larga en la entrevista parrafadas como esta: "El señor Morenés (ministro de Defensa) no tiene cojones de hacerme callar y evitar que siga dando mis opiniones sobre el estado de nuestra patria. Los militares tenemos algo que la mayoría de los políticos de la casta desconocen: patriotismo y honor. Ese patriotismo y ese honor nos impele a actuar siempre bajo la exigencia del sentido del deber". En pocas palabras, el coronel Alamán nos está amenazando con otro glorioso "Alzamiento Nazional", es decir con un golpe de Estado en toda regla.

Cuando el entrevistador, de su cuerda ideológica obviamente, le pregunta al salvapatrias si se sorprende por que cada vez más españoles "renieguen de la versión oficial sobre el franquismo", el coronel Alamán responde: "En absoluto. Han tenido engañada a mucha gente durante años, pero no se puede engañar siempre a todo el mundo. Cualquier comparación con el régimen de Franco dejaría muy mal parada a esta casta política.  Aquella gente sí que hacía las cosas por el interés y el bien de todos. La altura moral de aquellos ministros convierte a los de ahora en enanos. Gracias a la fortaleza de esa clase media que se creó durante el franquismo, España ha tenido tranquilidad social todos estos años. Eso ya se está acabando, y por desgracia no tenemos a otro estadista como Franco para que nos eche una mano". Recuerden que este canalla que alaba al mayor genocida de la Historia de España, cobra un estupendo sueldo que le pagamos entre todos los ciudadanos con nuestros impuestos. 

Ya puestos en faena, Alamán aborda con la altura intelectual propia de su ambiente ideológico el problema del nacionalismo catalán: "¿La independencia de Cataluña? Por encima de mi cadáver y el de muchos. Los militares hicimos un juramento sagrado: cumplir el ordenamiento constitucional que consagra la unidad de España como principio irrenunciable. También juramos defender su integridad territorial hasta con nuestras propias vidas. Tenemos algo que esa gente nunca tendrá: sentido del honor y sentido del deber".  O sea, más amenazas golpistas..

Y para demostrar la presunta y furibunda españolidad de los catalanes, el escasamente presunto traidor al pueblo que le paga la soldada, aduce: "Los catalanes voluntarios que hicieron la guerra en el bando nacional fueron muy superiores en número a los que defendieron la república. La división azul tuvo a casi 500 voluntarios de aquella región. En vida de JoséAntonio, la Falange llegó a reclutar a más militantes en Barcelona que en Madrid. Hasta 17 ministros catalanes estuvieron a las órdenes de Franco, además de un sinúmero de altos cargos, desde gobernadores civiles a procuradores en Cortes. Las visitas de Franco a Cataluña eran las más clamorosa y multitudinarias de cuantas llevaba a cabo por todo el territorio nacional". Se puede mentir con mayor desparpajo, pero difícilmente en estado sobrio.


En Alemania el coronel Alamán ya estaría encarcelado, expulsado del Ejército y pendiente de un juicio cuya sentencia le costaría unos cuantos años de cárcel por el delito de apología del fascismo, con agravantes por tratarse de un funcionario público, militar por más señas.

Aquí, Alamán sigue tan tranquilo. Spain is different, ya saben.  

En la fotografía que ilustra el post, el coronel Francisco Alamán, aspirante a golpista.