lunes, 27 de febrero de 2012

La extensión de la pobreza en España




Los índices de pobreza en España comienzan a ser más que preocupantes, catastróficos. En 2012, uno de cada cinco catalanes, uno de cada cuatro españoles y uno de cada tres extremeños, son pobres. Y esto no ha hecho más que empezar.

En Catalunya vive en la pobreza un 20% de la población, cifra seguramente mucho mayor en las grandes poblaciones del área metropolitana. En Extremadura, la región campeona en esto como en tantas otras cosas lamentables, la pobreza alcanza al 38% de la población. La media española está alrededor del 20%, aunque hay zonas con cifras espeluznantes, acordes con las del paro, que en algunos lugares de Andalucía alcanza el 30% y el 40% de la población en edad de trabajar, y que en entre los jóvenes de Cádiz rebasa el 50%.

Como digo, esto no ha hecho más que empezar, pues aunque las cifras de paro en España estén cronificadas desde hace décadas, acaso siglos, por causa de las brutalmente injustas estructuras socioeconómicas imperantes en este país desde mucho antes de que se inventara en capitalismo,  ocurre que la famosa crisis internacional global y la crisis autóctona que se ha dado en llamar "del ladrillo" , han venido a desnudar, agravándolo, un problema que nadie en este país, salvo acaso durante el trienio reformista que abrió la Segunda República, ha intentado seriamente enfocar y modificar en sentido positivo.

Y es que la pobreza no es un fenómeno aislado del contexto económico, social, político y cultural en el que se desarrolla sino un subproducto de todo eso junto, fruto no tanto del fracaso colectivo de una sociedad como de la voluntad de perpetuar situaciones de explotación y marginalidad que producen ingentes beneficios para los bolsillos de unos cuantos: antaño para la aristocracia y los  terratenientes, más tarde para la burguesía comercial y financiera, y hoy para los especuladores salvajes, los reyes del fraude económico, a cuyo servicio trabajan politicastros y tecnócratas sin conciencia.

El juicio a Iñaki Urdangarín, el yerno del rey de España, es en cierto modo el juicio a toda esa clase neoburguesa, que ha amasado sumas incalculables saqueando los presupuestos públicos como fórmula de enriquecimiento. El modo ein que esta gentuza ha allegado sus fortunas ha sido precisamente el fomento de la pobreza colectiva, en la medida en que el dinero robado no solo ha sido detraído directamente de los bolsillos de los contribuyentes sino también de la economía productiva. Al cabo ¿para qué esforzarse por mantener en marcha durante años una industria por rentable que sea, si un pelotazo financiero bien dado puede multiplicar de modo exponencial los beneficios a obtener en un período de tiempo ridículamente corto?.

Es así como el crecimiento de la  pobreza española resulta ser el reverso de la moneda del aumento desproporcionado de los beneficios de estos ricachos especialmente canallas.

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