lunes, 23 de abril de 2012

Francia se rebela, pero menos




Al revés que España, Francia es un país de derechas que en ocasiones vota a la izquierda. No es de extrañar por tanto que la victoria de François Hollande, un señor más o menos de izquierdas, sobre el neoliberal Nicolas Sarkozy haya sido finalmente más ajustada de lo que preveían las encuestas, o que Marine Le Pen, la candidata  del fascista FN, haya obtenido un buen resultado aunque su repugnante partido siga estancado en su techo de votos desde hace una década.

El 28'5% del candidato del PS no es suficiente para poder hacer una previsión fiable de quién  ganará la segunda vuelta, ya que el 26% de Sarkozy sumado al 18% de Le Pen iguala la suma de votos que obtendría Hollande sumándole los votos obtenidos por el candidato del Front de Gauche, Jean Luc Melénchon, el 11%,  más el 3'5% de la candidata ecologista, Eva Joly. La decisión final compete pues al electorado del "centrista" Bayrou, que ha obtenido alrededor del 9% de los votos; según cómo se repartan los votos centristas en la segunda vuelta, el presidente será de un color u otro. Por tanto, las posibilidades de Sarkozy de ganar la elección presidencial siguen siendo muy altas.

 Los socialistas franceses han incurrido en el error de pensar que el oso ya estaba cazado, simplemente porque el descrédito de Sarkozy ante la sociedad francesa es difícilmente igualable. Pero el desapego del electorado derechista por su candidato nada sugnifica, pues los votantes de derechas en cualquier país del mundo no se mueven nunca por sentimientos sino exclusivamente por intereses. Había que oír estos días a ciudadanos franceses de derechas decir que votarían por el candidato de la derecha y no por Sarkozy, para entender que la batalla no estaba decidida de antemano ni mucho menos, aunque la propaganda de campaña de Hollande hubiera conseguido instalar esa idea en la mente de muchos franceses y sobre todo, de los observadores extranjeros.

Lo interesante del caso, con todo, es que sea cual sea el resultado final de la segunda vuelta de las presidenciales, ha quedado bien patente que existe una Francia que está hasta las narices del neoliberalismo suicida  y de los recortes sociales, por más que lo ocurrido en la Francia sarkozyana nada haya tenido que ver con la timba financiera y el asalto al Estado del bienestar sufrido en el resto de países europeos mediterráneos. El PS francés ha tenido que girar a la izquierda precisamente porque el electorado de izquierdas francés ha dicho que no quiere ser arrastrado a políticas destructoras del orden social y político como las que están viviendo España, Grecia, Portugal e Italia. Y esa batalla sí es la realmente interesante: la que se substanciará en las próximas elecciones legislativas francesas.

En la imagen que ilustra el post, el candidato François Hollande durante la campaña presidencial, rodeado de micrófonos de medios.

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