Mucho miedo deben tener las altas esferas cuando intentan por todos los medios, incluidos los más abyectos, sabotear y criminalizar manifestaciones populares pacíficas como la que tuvo lugar ayer en Madrid.
Lo de ayer en el centro de Madrid fue de antología. Ciudadanos que siguen creyendo en la democracia parlamentaria y en la representación política pretendían concentrarse alrededor del Congreso de los Diputados español, sede de la soberanía popular, para que los diputados fueran conscientes de que la calle se mueve y de que aquí no todo el mundo está pendiente del fútbol y otras drogas por el estilo. Un despliegue de antidisturbios propio de la época terminal de la dictadura franquista intentó impedirles ejercer ese derecho. Entre paréntesis, la movilización de policías trasladados para la ocasión a Madrid ha costado al parecer 200.000 euros solo en dietas; todo es poco para acallar la voz popular (popular del pueblo, obviamente). Y es que desde el Gobierno español, aledaños y cloacas se ha llevado a cabo una cuidadosa planificación de las fases y los modos en que se ha ejecutado el poco presunto delito de intentar impedir por todos los medios el ejercicio de tal derecho.
Para empezar, la perrera mediática, el partido del Gobierno y el Gobierno mismo llevan semanas lanzando mensajes que oscilan entre el insulto, la calumnia y la difamación respecto a organizadores y participantes en la acción de ayer. Que si su objetivo era "asaltar" el Congreso de los Diputados (lo reiteró en la SER anoche en directo un diputado del PP, un tal Cervera), que si estaba en marcha un golpe de Estado izquierdista (varios periódicos de la extrema derecha pro-PP han machacado esta idea a toda plana durante días); que si todo era una maniobra orquestada por el PSOE para desgastar al Gobierno (declaraciones de varios dirigentes del PP).
Hecha la campaña mediático-política, descalificados y criminalizados los organizadores y participantes en la concentración, lo siguiente fue intentar impedir que tuviera lugar la manifestación misma, para lo cual se usó toda clase de triquiñuelas leguleyas (denunciadas por reconocidos juristas no pesebristas), mientras paralelamente se organizaba un dispositivo policial disparatado en sus proporciones para el caso de que como ocurrió finalmente, hubiera que "permitirla".
El dispositivo policial no se limitó a sellar el centro de Madrid como si fuera una ciudad recién conquistada por un Ejército golpista, sino que se proyectó más allá del mismo casco urbano. En la cadena SER se denunció anoche como autobuses cargados de manifestantes que iban hacia la capital fueron interceptados antes de llegar a ella, y sus ocupantes identificados, cacheados y tratados como delincuentes. Aún más increíble, desde Zaragoza se relató como las personas que acababan de subir a un autobús que iba a partir hacia Madrid, vieron su vehículo rodeado de furgonetas policiales, y fueron igualmente identificados y registrados; ante sus protestas, los policías intentaron excusarse aduciendo que les habían facilitado información en el sentido de que muchos de los que iban a Madrid eran "terroristas".
Como semejantes coacciones no fueron suficientes, hubo que desplegar el más selecto repertorio de brutalidad policial para intentar acabar con la protesta. Las fotografías y vídeos mostrando el enseñamiento y salvajismo conque se emplearon los antidisturbios ayer en Madrid ya han dado la vuelta al mundo. Entre paréntesis, en el Telediario de este mediodía de TVE, convertida en poco más de un mes en el más fervoroso lameculos del Gobierno español actual, se veía hoy a un antidisturbios aislado de su grupo que recibía empujones de algunos manifestantes, como modo de señalar "la violencia de los manifestantes" contra los presuntamente indefensos robocops del Ministerio del Interior. Luego, un representante sindical policial explicaba que ellos no habían hecho más que defenderse de esos comepolicías, faltaría más.
Tampoco faltaron a la cita los famosos "incontrolados", todos con su capucha y su plan de actuación perfectamente asimilado. Los mismos "incontrolados" por cierto que brillaron por su ausencia en la manifestación de la Diada de Barcelona. ¿Quién pactó con quién el que en Barcelona no aparecieran? Aunque quizá no fue necesario: ya se sabe que los "incontrolados" solo actúan para reventar manifestaciones de izquierdas. Son cosas de las cloacas del Estado que vienen de tiempos del franquismo. El caso es que ayer se ganaron el sueldo; alguno, incluso un ascenso (en la banda, no sean mal pensados). De vergüenza ajena, en suma.
Están muy nerviosos, es obvio. En Portugal, el Gobierno mellizo del español ha tenido que envainarse un aumento de siete puntos en las retenciones sobre los salarios de los trabajadores ante la magnitud de las protestas en la calle. Incluso parece que van a devolver alguna de las pagas extraordinarias requisadas. Así que el PP y quienes tiran de los hilos del Gobierno español ven pelar las barbas de los vecinos. De ahí la violencia inaudita que dejan imágenes como la que ilustra este post, servida anoche por la agencia REUTERS.
Denle una ojeada a este vídeo antes de que lo retiren. Está en la web de EL PAIS. En él, un provocador apaleado por antidisturbios camuflados se identifica a gritos como policía.
¿Y has oido a Rajoy?.
ResponderEliminarIgualito que Franco.
Franco decia: No se ocupen de política.
Rajoy dice:Que los que no se manifiestan son los que importan.
Cómo no se vayan pronto volvemos a los obscuros y repugnantes dias franquistas.
Marian
Bueno, es el mismo imbécil que dijo aquello de que "Con Franco, muchos españoles vivían espléndidamente".
ResponderEliminarNo creo que a Rajoy le quede mucha cuerda. Veremos lo que viene después.
Un saludo.