jueves, 23 de mayo de 2013

El ataque de los muertos vivientes: vuelve José María Aznar

 
El regreso al primer plano mediático y político del ex presidente español José María Aznar coincide no por casualidad con las horas más bajas del Ejecutivo español, empeñado a la desesperada en hacer creer al mundo mundial y especialmente a los españoles, que gracias a sus contrarreformas el país va viento en popa y la recuperación de la economía española es cosa de unos días.
 
La cruda realidad es que el Gobierno Rajoy está abrasado y que su presidente es ya el más impopular de la historia de la democracia española. El mismo Partido Popular que azota a los ciudadanos españoles con contrarreformas salvajes que de modo calculado están arruinado a las clases trabajadoras y populares y destruyendo los servicios públicos para beneficiar a compinches financieros y empresariales, es el partido que se nos está revelando a diario devorado por la corrupción sistemática desde hace décadas; quienes pregonan ahora la austeridad son precisamente quienes hundieron al país soltando sobre él la fiera del capitalismo especulativo "desregularizado" en los años locos del Aznarato (véase la Ley del Suelo, pero no solo ella). 
 
Aznar vuelve porque huele sangre. Ruin y vengativo como es, está dispuesto a merendarse a Rajoy, el ectoplasma que su dedazo convirtió en sucesor a título de marioneta y que ha devenido en aprendiz de brujo por cuenta propia, y se dispone no solo a terminar con su Gobierno sino probablemente también con el Partido Popular que él mismo dirigió con puño de hierro en los años finales del pasado siglo. José María Aznar está de regreso para allanar a Esperanza Aguirre el difícil camino que lleva a La Moncloa, sueño que acaricia la extrema derecha de la derecha extrema que nos malgobierna. Se supone que José María Aznar tiene un capital político (!) y que va a ponerlo al servicio de un proyecto de "reconducción" del PP, y si ello no es posible de la construcción de una fuerza política nueva a la derecha de la derecha. O sea que Aznar ha descubierto por fin su vocación para este siglo: quiere ser el Fraga del neofranquismo del siglo XXI, la reina madre inspiradora ideológica y tuteladora del alumbramiento de un proyecto político que nacería de la coyunda entre el franquismo histórico español y "la modernidad" neocon del Tea Party. 
 
Con su pan se lo coman, dirán ustedes. El caso es que mientras estos memos andan enredados con sus cosas, el país se despeña sin remedio ante el asombro y cierta rechifla europea y mundial. Porque la España de pandereta, la devota de Frascuelo y de María, está de vuelta y no solo de la mano de Aznar. Las políticas educativas, sociales y culturales que impregnan la derecha española son las que son, y enseñan su fea pata de lobo franquista tras cada Consejo de Ministros, viernes sí viernes también. Ya tenemos despido masivo y casi gratis, privatización de los servicios públicos, promoción de la alienación cultural y espiritual, la política convertida en el arte de robar el presupuesto público a manos llenas, la corrupción sistémica instalada como vehículo al éxito personal y profesional... ¿Qué más daño quiere entonces hacernos Aznar? Pues el único que le queda por inflingirnos: pilotar ideológicamente la deriva directa hacia el Estado autoritario que prometen los tiempos que vivimos.
 
Los colmillos de Aznar quieren nuestro cuello. Y la destrucción completa incluso de esta democracia demediada que tenemos.

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