Mientras los medios de comunicación españoles se afanan en divulgar lo mal que le va al presidente francés Hollande y cómo el electorado prefiere ahora a Sarkozy antes que al socialdemócrata, el ministro galo Pierre Moscovici anuncia desde las páginas de Le Monde: "En Europa, la austeridad ha acabado". Frase rotunda donde las haya, más que nada porque la "austeridad" es banderín de enganche del actual Gobierno español y de la prensa a su servicio (o al servicio de la cual está el actual Gobierno español, que eso nunca se ha sabido con certeza).
La maldita austeridad, preconizada precisamente por quienes durante tres décadas han defendido e impulsado el derroche más desmadrado, "desregularizando" la economía (a Zapatero, estos mismos que ahora salvan bancos con el dinero de todos le exigían que el Estado "no tocara la economía", ya que para que ésta funcionara a todo trapo había que dejarla en la más libérrima libertad, decían, fuera de todo control), ha arruinado la producción y el consumo en España para muchos años y se ha convertido en la excusa para el desmantelamiento de los servicios públicos y su privatización, en beneficio exclusivo de monopolios empresariales muy concretos donde los políticos que nos malgobiernan encuentran dorados acomodos laborales una vez abandonan la vida política activa. La corrupción legalizada, en suma.
El ministro Moscovici dice más cosas en Le Monde. Dice por ejemplo que esto, el fin de la austeridad, es decisivo y señala el regreso a la construcción europea por primera vez desde que el euro existe, y que "se asiste al fin de una cierta forma de ortodoxia financiera y al fin del dogma de la austeridad.". Esto dice Moscovici, y remata: "es una victoria de las tesis francesas", que se ha obtenido "porque hemos hecho una política creíble".
Y es que Francia sigue siendo mucha Francia.
Así que al señor Rajoy y a sus compinches de Portugal y otros países por el estilo se les ha acabado el cuento de que Bruselas les impone los "duros ajustes" que llevan a cabo para sanear... los bancos estafadores y sus propias cuentas privadas en Suiza, y que en el fondo la culpa de todo la tiene la señora Merkel, quien además de ser una bruja es alemana (con lo que le ha gustado siempre a la derecha española el autoritarismo alemán, y ahora lo critican; vivir para ver).
De todos modos tampoco se fíen mucho. Desde sectores "alternativos" españoles se nos venía poniendo a Islandia como ejemplo de ciudadanía que había derrocado la vieja política responsable del naufragio financiero y moral de su país, imponiendo formas nuevas e incluso llevando a los tribunales a los responsables del desaguisado (... que finalmente, han resultado absueltos o condenados a penas mínimas). Pues bien, los islandeses acaban de devolver el Gobierno a los partidos de derechas que llevaron su país a la catástrofe, en unas elecciones generales que han sido cómodamente ganadas por estos.
Desconfíen pues de las "soluciones radicales" de los "alternativos de la nada" patrios, y sigan la estela de los franceses: los compatriotas de Asterix e Isabelle Adjani son gente que acaba alcanzando playas que los españoles solo podemos soñar que existen.
En la fotografía que ilustra el post, una vista de la terraza del Café de la Paix, en París.
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