jueves, 26 de septiembre de 2013

Ángela Merkel, de agente de la Stasi a reina del FMI


La victoria de la derecha en las elecciones alemanas ha sido contundente aunque insuficiente. Alemania ha demostrado ser una sociedad entregada al neoliberalismo luterano que encarna la Sra. Ángela Merkel, aunque ciertamente no haya un entusiasmo general en el país por semejante ideología ni sobre todo, por las consecuencias brutales de su aplicación en Alemania, aunque sí cuando se aplica en forma de "recetas alemanas" a otros países.  
 
En realidad quien ha vencido en las elecciones no ha sido Merkel sino una coalición de intereses y miedos, sumados a la incomparecencia de las izquierdas políticas alemanas, fragmentadas, atomizadas y en trance de lenta, o no tan lenta, desaparición orgánica.  Mientras el SPD, el segundo partido más viejo del mundo después del Conservador británico, se despeña sin remisión desde que el año 2000 abrazara el credo "social-liberal", "tercera vía blairiana" o como quiera llamarse a esa estafa política que hace bandera de la inanidad intelectual e implica  la renuncia absoluta no ya a tener y defender propuestas de izquierdas, sino incluso a ostentar una ideología propia cualquiera que no sea el mantenerse en el poder o sus afluentes; Die Linke no acaba de arrancar, estancado tras la desaparición de la escena política de Oskar Lafontaine y por causa sobre todo de su escasa penentración en los lander occidentales, lo que le convierte en un blanco fácilmente estigmatizable por la propaganda del sistema como una organización heredera del infame régimen "comunista" que imperó en la Alemania del Este;  los Verdes, por último, llevan una década escorándose tan a la derecha que algunos de sus propuestas no es que sean ya perfectamente digeribles por la CDU, es que la sobrepasan en la defensa de los intereses neoliberales. 
 
Al frente de este tinglado que es el Estado alemán contemporáneo, teóricamente presidido por un señor del que en realidad nadie, ni siquiera en Alemania, es capaz de recordar su nombre y apellidos y menos todavía las funciones que ejerce, se encuentra una mujer hija de un estirado pastor protestante luterano, antigua dirigente de las Juventudes Comunistas de la RDA, agente de la Stasi infiltrada en las organizaciones estudiantiles germano-orientales y en comunas juveniles "okupas" del barrio de Kreuzberg, en el sector occidental de Berlín, y después en las juventudes del partido democristiano, la CDU, primero en la zona oriental y después en todo el país. El destino de Ángela Merkel lo narró John Le Carré, hace 25 años en un cuento suyo, cuando ni siquiera él sabía que existía esta Circe al revés  que convierte a los cerdos en hombres y les entrega los girones de los gobiernos, la banca y las empresas de los países del sur de Europa.
 
En su relato premonitorio, Le Carré hablaba de un agente de la policía política "comunista" polaca infiltrado en la Iglesia católica desde que siendo un muchacho fue enviado al seminario hasta que alcanza la silla episcopal de una de las más importantes diócesis polacas durante el derrumbe del Imperio soviético y la subsiguiente caída de los gobiernos satélites vasallos. El caso es que según narra Le Carré el tipo había vivido e interiorizado tan eficientemente ambos papeles, el de espía y el de cura, que alcanzó el punto en el cual ni él mismo sabía dónde acababa el uno y comenzaba el otro. Quien vive vidas vicarias al servicio del poder suele acabar sufriendo estas esquizofrenias, hasta el día en el que descubre que en realidad está sirviendo al mismo amo.
 
¿Cuándo supo la señora Merkel que el dios del Kremlin y el de la Bolsa de Frankfurt eran el mismo y por tanto, un único y verdadero dios? Sería bueno saberlo. A veces he pensado cómo habría sido esta mujer si el régimen de la RDA hubiera sobrevivido y ella hubiera llegado a mandar la policía política, la Stasi, o incluso, por qué no, hubiera alcanzado la cúspide de aquél régimen "comunista".
 
Lo pienso, y me da miedo solo de pensarlo. Y es que con esos mismos mimbres, se levantó el Tercer Reich de los Mil Años; o se dejó suelto a Julio Anguita en el PCE español, sin ir más lejos.
 
En la imagen que ilustra el post, Angela Merkel en su época de presidenta de la ‘Freie Deutsche Jugend’ (FDJ), las juventudes comunistas de la Alemania Oriental.
 

1 comentario:

  1. Muy bueno.
    Y muy logrado eso de Circe al reves. Los cerdos convertidos en políticos y empresarios.

    Un fuerte abrazo
    Marian

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