martes, 11 de diciembre de 2012

La revolución egipcia continúa su marcha imparable


El gobierno "democrático" de los islamistas egipcios toca a su fin. Los sectores laicos del país, fundamentalmente las mujeres y los jóvenes pero también los intelectuales y las minorías como los cristianos, han reactivado la protesta en la calle contra el proceso de "islamización por decreto" que supone el proyecto de Constitución impuesto desde el Parlamento dominado por los Hermanos Musulmanes,

Tras el derrocamiento de la dictadura de Mubarak, el choque a cara de perro entre islamistas y laicos era inevitable y viene a inaugurar una nueva fase del proceso revolucionario, acelerando las contradicciones internas en el confuso bloque de poder egipcio. El presidente Mursi ha intentado ofrecer un rostro amable y comprensivo del islamismo político, pero su intento ha sido vano porque su propuesta carece de credibilidad tanto en su bando, que exije la islamización total de la política y la sociedad, como entre sus contrarios, el amplio y diverso movimiento laico, que no está dispuestos a permitir esa imposición.

Ocurre que por paradójico que parezca, los islamistas egipcios son por ahora la garantía de freno a la penetración en el país de los sectores más fanatizados y relacionados con lo que de un modo muy inexacto se sigue llamando organización Al Qaeda. Si los islamistas son desalojados del poder en Egipto, los fanáticos religiosos locales serán inagotable carne de cañón para el terrorismo islamista y los intereses que tras él se esconden.  La apuesta del pueblo egipcio no idiotizado por las creencias religiosas es fuerte, y no tengo muy claro que sean plenamente conscientes de lo que sucederá tras la caída del Gobierno presidido por Mursi.

El Ejército mientras tanto, juega a fondo el papel mercenario que es el propio de ese tipo de instituciones en cualquier clase de régimen político, sirviendo a sus nuevos amos islamistas con el mismo fervor conque sirvió al régimen de Mubarak. Mientras Mursi mantenga engrasados los mecanismos habituales para sostener ese tipo de fidelidades, léase sobornos y soldadas abonados puntualmente, los generales y los chusqueros bajo su mando matarán por su causa, siempre que el dominio islamista no amenace con irse al diablo bajo el empuje de sus enemigos.

Unos y otros, islamistas y militares, ignoran que toda Revolución tiene sus etapas, y que por ahora la egipcia las va siguiendo de modo inexorable. Ciertamente, el horizonte es sombrío en la medida en que la reacción no permitirá fácilmente que el poder pase a los sectores más avanzados de la sociedad, consecuencia y culminación del proceso que está viviendo el país. Peor para ellos, en todo caso. Ahora toca extirpar el régimen religioso de Egipto antes de que este llegue a consolidarse, y parece que los egipcios han comenzado la cirugía.

Egipto es el faro de la auténtica Revolución árabe. La de verdad, la que derrocará a sátrapas e incendiará mezquitas, hasta conseguir liberar a las sociedades árabes y musulmanas de sus cadenas milenarias, que como digo empiezan a ser quebradas por pueblos hartos de vivir en la esclavitud y sumergidos en mentiras.

En la imagen que ilustra el post, una reciente manifestación de fuerzas laicas contra el régimen islamista egipcio, convocada por organizaciones como Al Dustur, Egipcios Libres, Al Wafd, la Corriente Popular y la Alianza Popular Socialista.

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