jueves, 20 de diciembre de 2012

Felip Puig, el talibán embustero



El juez que instruye la causa por la denuncia de una ciudadana a quien los antidisturbios del Gobierno catalán sacaron un ojo con un pelota de goma, acaba de pedir a la Conselleria de Interior de la Generalitat que le facilite las identidades del escopetero y acompañantes implicados en la acción.
 
Ocurrió en Barcelona el día de la última huelga general, el mismo en que otros policías catalanes la emprendieron a golpes de porra en la cabeza con un niño de 13 años que caminaba tranquilamente junto a su madre por una calle de Tarragona durante la manifestación en esa ciudad.

Y sin embargo, el jefe de los sayones, ese bellaco que atiende por Felip Puig, sigue negando las agresiones. Lo ocurrido en Tarragona fue según él cosas del "rebote de una porra sobre la mochila de un manifestante". También ha negado reiteradamente incluso en comparecencia parlamentaria que ese día se disparara en Barcelona una sola pelota de goma. Ante la aparición de vídeos que prueban exactamente lo contrario, Puig pasó a sostener que en la zona concreta donde fue atacada la mujer no hubo disparos. Debe ser entonces que la ciudadana se sacó ella misma el ojo durante la manifestación, para así poder manchar el buen nombre del cuerpo de los Mossos d'Esquadra y de su jefe político. Ya se sabe que los rojos son capaces de cualquier cosa.

El caso es que el cerco en torno a Felip Puig se estrecha de modo lento pero efectivo, y hace apenas unos días tuvo que ser  "dimitido" al comisario jefe de los antidisturbios catalanes. Resulta que en el informe posterior que confecció sobre la intervención de sus muchachos el día de los hechos, este mando policial omitió el detalle sin importancia de que efectivamente se disparó alguna que otra pelota de goma, aunque según él y su jefe se hizo lejos, muy lejos del ojo de la ciudadana afectada.

Es decir que al verse acorralado Puig, que empezó negándolo todo, intenta fingir ahora que sus subordinados le engañaron, con lo cual suma la cobardía a su condición de mentiroso compulsivo y matón callejero, dejando en la estacada a un empleado que no hizo sino obedecer sus órdenes. Este es el verdadero rostro, la jeta de puro cemento armado, de un politicastro sin escrúpulos a quien el reputado periodista en asuntos judiciales y policiales José Martí Gómez llama con asco evidente "El Talibán".

Porque efectivamente, Felip Puig gasta imagen de fanático independentista, xenófobo y radicalmente antiizquierdista, en reencarnación de los "valores" que defendía su antecesor en el cargo durante los años 30, el eximio fascista Josep Dencàs.  En realidad en todo o en buena parte ese pastiche ideológico del que alardea Felip Puig a la menor oportunidad, es pose e impostura. No creo que Felip Puig tenga más ideología que un mosquito, ni más interés que el crecimiento de su fortuna personal: simplemente representa a las mil maravillas un papel que sabe tiene público en el interior de su partido, CDC, y sobre el que ha construido su carrera política. Hay que reconocer eso sí, que el rol de hiperpolicía dirigiendo escuadras de Robocops automatizados le viene al pelo a este individuo.

Una mujer perdió un ojo cuando hacía uso de su derecho a manifestar su oposición a un Gobierno radical y agresivamente neoliberal, que está destruyendo en Catalunya no ya los servicios públicos sino hasta la misma idea de lo público como garante de los derechos ciudadanos y sociales de las clases trabajadoras y populares. Por otra parte, ese mismo Gobierno se sustenta sobre una ideología que dice pretender la consecución de un Estado propio para el país sobre el que ejerce derecho de pernada. Una contradicción aparente, que en realidad desvela el modelo de Estado al que aspiran los Mas, Puig y compañía: un Estado "privatizado" y autoritario, cuyas funciones se reduzcan al control ideológico y policial de sus súbditos, a mayor gloria y beneficio de los protagonistas de la "sociedad civil" catalana: esa gran burguesía responsable del saqueo del país, de Banca Catalana al caso Palau.

Contra todo eso, la pelota de goma que vació el ojo de la ciudadana que protestaba contra este estado de cosas ha de golpear finalmente en la jeta del Talibán hasta echar de la vida pública a este sinvergüenza trepador y nepotista, que esta convirtiendo a los Mossos d'Esquadra en  una fuerza de pretorianos "squadristi"  más propia de un Estado fascista como el descrito por George Orwell en 1984 que del Estado democrático y europeo que él y sus correligionarios dicen querer construir en Catalunya.   

En la fotografía que ilustra el post, Felip Puig, responsable del (des)orden público en Catalunya, exhibe una porra durante un acto público de la coalición CiU.

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