El lehendakari (presidente vasco) Patxi López ha anunciado su intención de convocar elecciones autonómicas en Euskadi, cinco meses antes de que debiera hacerlo legalmente. Se pone fin así a una legislatura que ha pasado sin pena de gloria, con un gobierno monocolor socialista que ha sobrevivido tres años y pico sostenido de facto por el Partido Popular (PP) vasco y con un pacto de no agresión con el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Ocurre que los escenarios políticos vasco y español nada tienen que ver con los existentes cuando López tomó posesión como lehendakari, por lo que la medida parece adecuada e incluso algo tardía.
Las dos variables nuevas aparecidas en estos tres años son la intensificación de la crisis económica y social (también en Euskadi) y el proceso de desaparición de ETA que mal que bien se viene desarrollando desde hace unos meses. Ante ellas juntas o por separado, el Ejecutivo de Patxi López no ha tenido capacidad de maniobra alguna dado lo exiguo de su apoyo parlamentario -reducido al propio grupo socialista vasco, muy minoritario en el Parlamento de Gernika-, y menos ante los movimientos de recomposición que se están dando en los últimos meses en todos los ámbitos de la política vasca. Simplemente López y su equipo no supieron desembarazarse a tiempo del PP y sumar a su Gobierno de un modo u otro al PNV, única posibilidad de haber podido introducir cambios sensatos en las dinámicas política y social vascas de las últimas décadas, como se ha demostrado cuando socialistas y nacionalistas burgueses han gobernado juntos Euskadi.
Así, en octubre habrá elecciones autonómicas vascas, que con práctica seguridad ganará por no mucha diferencia el PNV, con la franquicia de ETA del momento en segunda posición y el tercer lugar en disputa entre el PSE (socialistas vascos) y el PP. Desaparecerá cualquier otra opción política nacionalista o no que haya intentado una vía propia fuera de las siglas enunciadas. Y en fin, la "normalización" política del mundo abertzale ("patriota") proetarra (y su conquista de las instituciones parlamentarias vascas) comenzará con el apoyo externo a un gobierno monocolor del PNV, al modo en que el PP ha apoyado a los socialistas vascos durante la mayor parte de la presente legislatura. A no ser que en un raro ataque de cordura PNV y socialistas pacten un gobierno conjunto capaz de cabalgar a dos tigres a la vez: integrar en la política vasca a los abertzales pero manteniéndoles lejos de la sala de máquinas, y plantar cara simultáneamente al gobierno español del PP y sus maquinaciones antivascas y antipopulares. Casi nada.
Desgraciadamente en Euskadi como en España, no hay políticos con los perfiles y la capacitación necesarios para llevar a cabo una tarea como la descrita. Patxi López siempre ha sido un hombre juicioso, así que es muy probable que no se presente a lo que tiene muchos números de convertirse en una carnicería electoral para los socialistas; alguien que pueda substituirle al frente del PSE con un mínimo de garantías, todavía no ha nacido. En lo que respecta al PNV, a estas horas Urkullu ya debe darse por presidente vasco, sea con el apoyo de la marca electoral de ETA o con el del españolista PP, tanto le da a esta clase de políticos. Y es que la mediocridad de la política vasca es, esencialmente, española hasta las cachas, al igual que la alienación cultural en que viven gran parte de sus clases trabajadoras y populares.
En la fotografía que ilustra el post, el lehendakari Patxi López se retira del estrado desde el que ha anunciado hoy la convocatoria de elecciones vascas.
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