sábado, 24 de marzo de 2012

Calle Nueva, 32, Manila, Filipinas



Entre estas dos fotografías median 115 años. Ambas están tomadas en el mismo lugar, el número 32 de la calle Nueva del barrio de Binondo, en Manila, la capital de las islas Filipinas. A la izquierda, la foto de grupo en la que figura Donato Navarro Mairal, mi bisabuelo materno, de la que ya he hablado en alguna ocasión anterior y que se encuentra en el origen de mi siguiente libro; fue tomada según reza al pie, en Fotografía La Paz, sita en la calle Nueva núm. 32, en Binondo, el Barrio Chino manileño, probablemente en los primeros meses de 1897, durante la guerra hispano-filipina previa a la invasión norteamericana del archipiélago. La foto de la derecha la tomé la semana pasada durante mi reciente viaje a Manila tras localizar la calle Nueva y el número 32 (332, según la numeración actual filipina, realizada siguiendo el modo anglosajón de asignar centenas a cada manzana de casas).

Para una ciudad tan vieja como Manila, siglo y pico no es mucho tiempo. Y sin embargo para la escala que marca la vida humana representa cuatro generaciones, las que han discurrido entre el muchacho que está de pie a la derecha de la foto y un servidor de ustedes. El siglo XX por lo demás dejó en Manila profundas cicatrices y borró muchas huellas, pero aún así todavía es posible apreciar en ella un pasado común reconocible a pesar de los miles de kilómetros que la separan de la antigua metrópoli.

Y en fin, fue tal la exteriorización de mi alegría cuando me paré frente al número 32 de la calle Nueva que el propietario de la tiendecita que ocupa el local donde estuvo Fotografía La Paz salió a echarme una ojeada, seguramente sorprendido de ver a aquél extranjero blanco que mapa en mano acababa de detenerse frente a su modesto negocio y se había puesto de inmediato a dispararle fotografías como un poseso mientras daba algún que otro grito. Hubiera necesitado mucho tiempo y un mejor inglés que el mío para explicarle al buen hombre el por qué de mi actitud, explicación que al cabo seguramente a él le hubiera importado un rábano ya que los chinos son gente práctica y poco dada a exteriorizar sentimientos. 

En próximos días iré explicándoles más cosas sobre este viaje y los descubrimientos y constataciones que he hecho durante su transcurso, que serán como digo material para mi próximo libro una vez entregue el que estoy finalizando.

3 comentarios:

  1. Uno no puede evitar contagiarse de la emoción que debes haber sentido, amigo Joaquim, al sentirte tan cerca y tan lejos de un ascendiente, respirando el mismo ambiente, pisando el mismo suelo.
    Estaré pendiente de tus próximas entregas para viajar emocionalmente contigo.
    Bienvenido.
    Proust.

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  2. Gracias Proust, bienhallado de nuevo.

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  3. Ya decía yo que andabas muy callao...

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