Como era de esperar y contra lo que anunciaban las encuestas, que apostaban en bloque por un resultado más apretado, Barack Obama ha ganado las elecciones presidenciales norteamericanas con cierta holgura. Eso sí, se acabó la "magia Obama": el principal responsable de la victoria del reelecto presidente ha sido la cerrazón y fanatismo de un Partido Republicano poseído más que parasitado por el llamado Tea Party, el fascismo norteamericano sin embozos. Obama ya no encandila, pero sus adversarios despiertan temor en muchos norteamericanos. Mitt Romney, el candidato que presentaban los republicanos, es una buena muestra de ello: se trata de un multimillonario carente de ideología política concreta pero alineado por interés con la extrema derecha política y social, que además es dirigente de una secta religiosa tan disparatada como la mormona.
La victoria electoral de Obama ha sido el fruto de una coalición integrada por mujeres, jóvenes, negros, hispanos y otras minorías como ecologistas, homosexuales e izquierdistas. Por Romney han votado los hombres blancos, quienes hasta ahora habían controlado la política y la sociedad norteamericanas. Este es el único y verdadero cambio de la era Obama: la pérdida de poder que experimentan los wasp (blancos, anglosajones y protestantes) en beneficio de un arcoiris de intereses y posiciones. En realidad ha sido esa coalición de nuevos actores políticos quienes han creado a Obama, y no Obama quien les ha reunido: EEUU ya estaba maduro hace cuatro años para este gran salto adelante, confirmado ayer.
De nuevo los demócratas vencen en los estados agrupados en tres grandes regiones que les son propicias: el nordeste (Nueva Inglaterra, la "Europa" norteamericana), la Costa Oeste (las minorías raciales) y los Grandes Lagos (clases trabajadoras industriales). Los republicanos ganan en su espacio natural: El Sur Profundo, el Medio Oeste y el Oeste (salvo en los estados con fuertes minorías hispanas, incluído Florida). Se consolida pues la división político-territorial de EEUU que viene perfilándose desde hace décadas.
A uno, que tiene su corazoncito rojo como ya sabrán ustedes, lo que más le gusta de estas elecciones son detalles como la enésima reelección de José Enrique Serrano en su distrito 15 del Bronx neoyorquino, otra vez por el 97% de los votos. El portorriqueño Serrano lleva 20 años en la Cámara de Representantes, donde por ejemplo se ha opuesto con su solitario voto al bloqueo de Cuba y fue uno de los tres únicos diputados que votaron contra la invasión de Irak. Serrano tiene un hijo que ha sido elegido para senador también por Nueva York, y que seguramente va a concitar la atención de progresistas e izquierdistas en los próximos años.
También ha sido reelegido Bernie Sanders como senador por Vermont. Sanders es el único representante institucional norteamericano que se define como socialista y es elegido en seis décadas, y ha conseguido ahora el 71% de los votos como independiente al frente de una coalición que agrupa al ala izquierda de los demócratas, a socialdemócratas y socialistas, trostskystas, feministas, ecologistas y antimilitaristas, en un Estado que desde hace años es un referente generador de políticas progresistas y de izquierdas.
Por no hablar del sonoro triunfo de Elisabeth Warren, una profesora de Harvard, que emerge como contundente líder nacional de la izquierda del Partido Demócrata y que ha conseguido un escaño en la Cámara de Representantes en su primera postulación.
Y en fin, qué decir del hecho de que en los referédums celebrados ayer conjuntamente con los comicios presidenciales y representativos, dos Estados del nordeste, Maryland y Maine, hayan votado a favor de reconocer y legislar en ellos el matrimonio gay, y de que otros varios hayan autorizado el uso particular de la marihuana entre otras victorias sobre asuntos progresistas ventilados en decenas de consultas.
En resumen: EEUU ha mantenido la cabeza sobre los hombros, y algunas fuerzas de cambio real empiezan a despuntar más allá de los oropeles y condicionantes tradicionales del sistema.
Pues menos mal, porque solo nos hubiera faltado otro republicano tipo Bus al frente de un pais que tanto impacto tiene en el resto del mundo. Sobre todo tipos que se dedican a imponer sus ideas y a enriquecer a las empresas armamentísticas, haciendo guerras. Al menos Obama prefiere el diálogo.
ResponderEliminarMarian
Es que, aun sabiendo las limitaciones de Obama, la elección no tenía color. ¿ Cómo se puede votar por un obispo mormón ?
ResponderEliminarA mí, al menos, se me ponen los - escasos - pelos de punta sólo de pensarlo.
¿ Querrías a un obispo mormón al frente tu país ?
La respuesta es muy obvia.
luchino