La tan previsible como ajustada victoria de François Hollande sobre el
ya presidente en funciones Sarkozy ha deparado una bocanada de aire
fresco a la política y sobre todo a la economía europeas. En la fiesta
de la Bastilla ondearon banderas rojas del Partido Comunista Francés,
del viejo Partido Socialista de la época Mitterrand y del emergente
Parti de Gauche junto a decenas de banderas de Irlanda, la Occitania
francesa, Senegal, Argelia, Egipto, Siria y Líbano, entre otros países,
amén de un par de banderas republicanas españolas identificables.
Empieza
a desperezarse la izquierda europea. El mismo domingo de mayo el
rojerío ha dado otro zarpazo en Grecia, que ha comportado el hundimiento
de los partidos del turno (el conservador Nueva Democracia y un PASOK
empeñado en suicidarse) y el avance impetuoso de los socialistas de
izquierda, de una coalición comunista y hasta el sostenimiento del
viejo, decrépito y prosoviético Partido Comunista griego. Y en pleno
festival electoral, la coalición derechista gobernante en Alemania
ganaba tan por los pelos las eleciones en el land norteño donde se
celebraban, que no podrán gobernar y sí lo hará el SPD en cualquier
combinación que pacte.
Algo se mueve, entonces. En
España acaba de rodar la cabeza de Rodrigo Rato (PP), presidente de esa
cosa que es Bankia, el disfraz bancario/bursátil en el que se pretendió
travestir Caja Madrid, la entidad financiadora de las obras faraónicas
de Esperanza Aguirre (PP), la presidenta regional. Rato tiene ya una
acrisolada fama de incompetente, y lo que es mucho peor en los círculos
de la derecha financiera, de gafe cenizo sin remedio. Cuando Rato era
ministro económico todopoderoso de José María Aznar (PP), el profesor
Fabián Estapé dijo de él: "Qué se puede esperar de un tipo que comenzó
su carrera como gestor hundiendo una empresa familiar embotelladora de
aguas que había funcionado durante cien años". De un fracaso a otro, la
carrera de Rato da más risa que pena.
Como presidente
del Fondo Monetario Internacional, Rato ni olió la que se venía encima;
tuvo la enorme suerte de que le dimitieran unos meses antes de que
explotara la burbuja financiera del Casino Bursátil Mundial.
Inmediatamente se presentó en Madrid, convencido de que iba a recoger el
liderazgo del PP una vez desfilara el cadáver de Mariano Rajoy,
derrotado por segunda vez por Zapatero. Pero Rajoy resistió al frente de
la derecha, y hubo que acomodar al eximio banquero en Caja Madrid a
propuesta de la Aguirre, a la que ha servido como un perrillo sumiso. La
entidad ya estaba tocada, eso sí, por el ladrillo intoxicador y por la
financiación del PP, de sus fastos, sus obras y sus dirigentes
madrileños, pero Rato la ha reventado en tiempo récord. El cenizo sigue
haciendo honor a su fama, veremos qué le toca destruir ahora.
En Europa la austeridad va
a pasar pronto a mejor vida. El nuevo mantra, acogido fervorosamente
por la izquierda y también por la derecha desesperada -léase el gobierno
Rajoy y algún otro-, es el crecimiento. Pero cómo vamos a
crecer, si el dinero está oculto en paraísos fiscales el "bueno" e
intoxicado hasta morir por el ladrillo, el "malo", y además se ha
prohibido a los Gobiernos invertir con el cuento ése del déficil público incontrolado.
Si desde la esfera privada no se dan créditos ni se invierte, y desde
la pública no se quiere combatir el fraude fiscal ni impulsar los
servicios públicos y las inversiones propias del Estado ¿como infiernos
vamos a crecer?.
El presidente Hollande tiene ante sí
una ecuación dificil de resolver: disolver la austeridad y reemplazarla
por el crecimiento sin que los mercados le coman las entrañas. Sea cual sea el resultado, lo que es seguro que no va a tener la colaboración del
inútil de Rodrigo Rato, el hombre que pudo reinar en la derecha española
y tal vez -tal vez, sólo- en la europea.
En la imagen que ilustra el post, votantes de izquierdas celebran la victoria de Hollande sobre la columna de la Bastilla.
No sé si tanto fervor de expectativas es bueno; deseo que "el flan" no se nos atragante... allez la gauche!
ResponderEliminarEn cuanto a Rato, dos apuntes: 1)Yo percibo que a pesar de todo, ese inútil tiene un incomprensible aura de "prestigio" y 2)Mencionar que en Bankia estaba también Bancaja, escaparte del rigor y la buena gestión valenciana.
platon
Acabo de oír en RNE que la "desratización" de Bankia nos va a costar, como aperitivo, diez mil millones de euros. Para empezar, digo. Y ciertamente, en la explosión final de Bankia ha tenido mucho que ver la absorción de la antigua CAM alicantina, esa que Zaplana y pandilla saquearon a conciencia para financiar sus carreras políticas e "inversiones" como Terra Mítica y similares. Ahora bien, los problemas de Bankia tienen que ver sobre todo con la Comunidad de Madrid y el uso que esta ha hecho de Caja Madrid como chequera personal de los jerifaltes madrileños del PP; véase el silencio sepulcral de la habitualmente parlanchina Esperanza Aguirre, que lleva días más callada que una muerta esperando a que escampe y se olviden sus responsabilidades directas en la quiebra de esa entidad financiera.
ResponderEliminarUn saludo.